Como es normal, el indulto de
Sevilla ha provocado una oleada de opiniones. Las hay de todo tipo. Hablan
hasta los que vieron el festejo por la televisión. Es más,
me parece que opinan algunos que no la han visto ni en diferido. He opinado que
me parece que el toro no fue perfecto, pero que tuvo una infinidad de virtudes.
Entre los defectos, la salida rápida del primer puyazo y un amago de rajada,
que no acabó como tal porque volvió a la muleta en cuanto Manzanares se la puso
de nuevo, ya en los finales de la faena de muleta.
Se ha dicho que no fue bravo
en varas. Es falso. En la segunda entrada al caballo de Chocolate entra de
largo y se queda en el caballo con fijeza hasta que se lo llevan las
cuadrillas. Es verdad que en el primer puyazo, que marra Chocolate, el toro no
se emplea lo suficiente. Se ha dicho que se banderilleó en el sol. Es verdad,
pero es que allí se lo llevaron las cuadrillas. A Curro Javier le entró de
forma sensacional sin dar un cabezazo, siempre por derecho y con bríos.
Yo entiendo que el indulto se
proteste, pero lo que no me gusta es que se haga porque algunos quieran ponerse
el traje de la rigurosidad o de la exigencia, porque creen que es de mejor
aficionado ir contra este indulto que estar a favor del mismo. Al toro se le
están buscando mínimos defectos para restarle puntos. Es normal que haya tanto
librepensador que se rasgue las vestiduras por este indulto. Yo mismo no lo
tengo muy claro, pero de lo que sí estoy seguro es que ese toro Arrojado
proporcionó a la fiesta que un torero llamado Manzanares hiciera una de las
faenas más enormes de los últimos tiempos, al tiempo que provocó un estado de
alegría colectiva en una plaza que pidió su perdón. Es sorprendente que a toro pasado
haya tantos detractores; en la plaza, la mayoría estaba impresionada con el
toro y el torero.
Han salido los integristas y
los fundamentalistas defensores de la pureza del coso, al que ya consideran
profanado para los restos. Ese argumento es absolutamente una falacia. A los
buenos aficionados no les debe ofuscar su entendimiento la posibilidad de
cantar algo hermoso. Es como si hacerlo fuera contrario a su condición de
entendidos. Hay muchos que sólo son felices haciendo crítica negativa o bien
oponiéndose a todo por sistema. Admito que haya quienes no estén de acuerdo,
admito que otros están muy conformes con lo sucedido. Lo que no entiendo es que
cambie la realidad sobre la condición del toro para arrimar el ascua a la sardina
de cada uno. Hablar de toro manso en varas es una monstruosidad que sólo puede
salir de mentes retorcidas. La realidad del toro está ahí. Las imágenes
existen. No hay datos objetivos que indiquen qué debe hacer un toro para ser
indultado. La fiesta es un estado de ánimo.
Es probable que el indulto
sea excesivo. En algunos blogs me incluyen entre los que está a favor de
indulto, señal de que no saben leer.
Pocos toros permitirán hacer
el toreo como lo hizo Arropado. Habría que abrir un debate sobre la bravura,
porque si un toro que embiste setenta veces a una muleta, con prontitud,
recorrido, humillación, temple y repetición no es bravo, entonces que me digan
qué es la bravura. Ya
sé que para algunos sólo es bravo el toro que se emplea de verdad en varas,
aunque luego cace moscas en la
muleta. En fin, el debate está abierto. Pero quiero recordar
a muchos que el análisis debe hacerse bajo datos objetivos, no diciendo que el
toro fue manso en varas y se banderilleó en el sol.
Sobre el prestigio de la
Maestranza se puede abrir otro debate. De lo que estoy seguro es que este
indulto tendrá consecuencias. Este año no habrá plaza provinciana que se quede
sin su indulto correspondiente. Nadie quiere ser menos que Sevilla.