28 octubre, 2010

¿Hacia una nueva Mesa del Toro?


Los últimos movimientos de los toreros han sido criticados, pero debemos admitir que han sido positivos. Han conseguido polarizar la atención de los aficionados en estos momentos. Sus primeros pasos fueron contradictorios. El grupo que visitó a la ministra Sinde y a Rubalcaba no representaba a nadie. En ese momento se planteó la duda de cómo podían reaccionar otros estamentos. Porque hay que ser claros. En este asusto, como en la mayoría, hay un cierto afán de protagonismo por salir en la fotografía.

El asunto se ha desenredado algo con la incorporación de los empresarios fuertes al grupo. Han comprobado los de ANOET que los toreros estaban en movimiento y se han subido al barco. De esta reunión hay tres conclusiones: Cultura es el lugar idóneo para la defensa, promoción y porvenir de la Fiesta; es necesario que los toros sean aprobados como Bien de Interés Cultural y tratarán de potenciar la Mesa del Toro como entidad que reúne a todos los estamentos taurinos. Y aquí vienen los problemas.

Respecto a lo de Cultura, los que siguen mis opiniones saben que no soy muy partidario, pero debo admitir que si la dependencia de Cultura supone mayor promoción, difusión y defensa de la Fiesta, pues adelante. Hay muchos problemas. Las transferencias están en las Comunidades y no todas aceptan el cambio. En última instancia, la Fiesta debe estar bajo la tutela de varias administraciones (Interior, Sanidad, Agricultura, Cultura…) Respecto al reconocimiento con Bien de Interés Cultural, ahí estamos todos de acuerdo, sobre todo si preserva otras tentativas futuras de ILP para abolirlas en otras comunidades.

El problema es la Mesa del Toro. En estos últimos movimientos hay un evidente desmarque de toreros y empresarios. No se olvide que la Mesa agrupa a 15 asociaciones. Lo hemos dicho muchas veces, los intereses de algunas de ellas son contrapuestos a los de otras. ¿Qué pintan los abonados de Madrid en la Mesa? ¿Y una de las asociaciones de presidentes? Y ahora sabemos que entre los presidentes también hay grupos…

Estos movimientos de toreros y empresarios han dejado con el culo al aire a la Mesa. Conscientes de ello, ahora incluyen como objetivo que hay que seguir en la citada organización, que cuesta un dinero y tiene unas bases ya bien conformadas. Es evidente que la Mesa como está no es lo ideal. No es momento de enumerar los problemas. Como bien apunta Raúl Delgado en su blog Los toros en el siglo XXI, en estos momentos hay que estudiar si hay que cambiar la estructura de la Mesa del Toro o conformar una nueva, sencillamente porque esa amalgama de intereses y el camino seguido hasta ahora no ha favorecido al toreo.

Por último, me causa risa que los toreros renuncien ahora a sus derechos si TVE ofrece tres corridas al año. ¿Sólo tres? Y lo dicen quienes de forma continuada se han negado a ser televisados. Lo dice Cayetano, que no se deja televisar nunca porque quiere unos derechos individualizados. Y lo dicen El Juli, Manzanares y otros, que no se dejan televisar por Canal Sur y las cadenas autonómicas. Ahora, cuando viene el lobo, quieren poner paños calientes. ¿Y le han consultado esto de la televisión a José Tomás? Me temo que no. Tomás se ha quitado de este grupo. ¿Saben los motivos? Porque no se fía de sus compañeros, sobre todo de alguno que ya en otras ocasiones lo ha dejado tirado. En fin, como pueden comprobar un panorama confuso. Sólo queda esperar. Es posible que todo esto signifique que los profesionales se han percatado de que la situación es muy grave. La pena es que siguen sin estar unidos y que puede ser tarde.
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22 octubre, 2010

Prieto de la Cal pone el dedo en la llaga

El ganadero Tomás Prieto de la Cal ha hablado, no sé si como criador de toros bravos o como aficionado, pero ha dicho las cosas que muchos piensan y pocos se atreven a decir. Se resume en varios titulares. Dice que “el toro no es el eje de la Fiesta en la actualidad”; “los taurinos permiten la situación del monoencaste”; “las figuras no matan las corridas más encastadas”.

Lo ha dicho y muchos pensarán que habla un ganadero al que las figuras no le matan ninguna corrida, que lo dice en beneficio propio, que como lidia poco lo que quiere es notoriedad. Como conozco a Prieto de la Cal, puedo asegurar que no es así. Ciertamente le gustaría que las figuras se anunciaran con sus jaboneros en la Feria de Sevilla, pero habla porque ha vivido otra Fiesta distinta, porque le han transmitido que la base del toreo es la casta y la integridad del toro, porque escuchó a sus mayores que hubo un tiempo en que los mejores toreros se enfrentaban a los toros más agresivos, porque siempre creyó que esto del toreo era emoción y no doscientos pases monótonos muy bonitos.

En esta hora de la regeneración necesaria, cuando aún hay quienes desde púlpitos escondidos se niegan a admitir que el paso a Cultura conlleva la huida de la vigilancia que es fundamental para que todo esto tenga credibilidad, aunque pueda tener aspectos positivos, es bueno es que se levanten voces como la Esplá o la de Prieto reclamando más verdad en las plazas. Y parte de esa verdad perdida está en la variedad de los toros que se lidian. Que nadie sea ingenuo, no dudo de la clase de las embestidas del encaste Domecq, que entre sus muchas ganaderías aún quedan algunas encastadas, pero este concierto de un solo timbre de voz sólo se justifica en las malas costumbres adquiridas por los públicos y en la dictadura de los taurinos en el tipo de toros. Es una barbaridad que algunas ganaderías se lidien como corridas toristas por espadas muy aguerridos, mientras que los que supuestamente mejores no se hayan puesto nunca delante de uno de esos toros.

Pero la afición tiene su parte de culpa. Quieren muchos pases, faenas largas y de estética maravillosa, en contra de la lidia, el poderío y el dominio de las embestidas con fiereza. Si queremos muchos pases perfectos a máquinas de embestir, por ahí vamos y ahí está parte de la decadencia del espectáculo. Entre otras muchas cosas, debe volver la emoción a los ruedos. Y hoy abundan las faenas de partido de tenis: muchos pases sin que nadie diga nada y unos aplausos tibios después del remate. Si embistiera un toro de respeto, la gente estaría acongojada en el tendido. El torero volvería a ser un héroe. En la mayor parte de las corridas de nuestros días, el espectador tiene la sensación de que es capaz de hacer lo mismo que el torero. Prieto de la Cal ha hablado. Se ha quedado tranquilo. Nadie le echará ni puñetero caso. Algunos, los que están enterrando este maravilloso mundo del toreo, estarán pensando que es un ingenuo. Al final, los que ahora ríen llorarán. O ya están llorando.
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13 octubre, 2010

Los socialistas quieren dejar morir a la Fiesta

Es llamativa la celeridad que se ha dado el ministro Rubalcaba en aceptar el paso a Cultura de la Fiesta de los Toros. Tal vez sea que Rubalcaba sabe que Interior tiene ahora mismo muy pocas competencias, ya que están transferidas a las distintas Comunidades Autónomas. Ahora será preciso ir de Comunidad en Comunidad. Y en 2011 hay elecciones municipales y autonómicas...

En el supuesto de que hubiera paso a Cultura, la pregunta es si los toros tendrán que depender de las delegaciones de Cultura de cada comunidad en lugar que estar bajo la tutela de las delegaciones de Gobernación, como sucede en la actualidad.

Esta actitud de los socialistas tiene mucho de pasotismo, como si dijeran que “ahí tenéis lo que queréis”, porque no puede olvidarse que algunos sectores del PSOE se han expresado con claridad; por ejemplo, lo dijo Manuel Chaves, actual vicepresidente tercero y en su día Presidente de la Junta. Vino a decir el buen hombre que la Fiesta tenía sus días contados, que sólo era cuestión de esperar a que ella misma se destruyera con su decadencia actual, lo que conllevaría que las plazas se irían quedando vacías poco a poco. Está escrito y basta consultarlo. Es decir, que piensan que la Fiesta está enferma, que lo menor es dejarla a su libre albedrío y lentamente ella sola se consumirá sin necesidad de practicarle la eutanasia.

Tal vez esta actitud del ministro se inscriba en la misma línea. ¿Queréis estar en Cultura? Pues bien, iros a Cultura. Y la dejarán marcharse porque saben que si a los taurinos se les deja maniobrar con libertad, el fin estaría más cerca. ¿Qué buscan los toreros en otro ámbito? Es evidente que se pretende huir de un sistema de vigilancia que ahora mismo no les gusta en muchas ocasiones. En la actualidad están vigentes unos Reglamentos en distintas comunidades, algo que es una barbaridad porque debería ser único para toda España, pero que, de consumarse el traspaso, se pretenderían modificar, tratando de eliminar la vigilancia por parte de una administración investida de un poder de ordenamiento y de capacidad sancionadora, si es que ello fuera preciso.

Pero todo es muy complejo. Por ejemplo, sería imposible eliminar las competencias de Sanidad y Agricultura en lo referente al toro, en aspectos como vacunaciones, destete, herraderos y demás procedimientos de la crianza y manejo del animal.

No se podrán eliminar los veterinarios en los reconocimientos, aunque sólo sea para confirmar que el toro está sano. Sería deseable que una autoridad certificara que el toro es apto por su presencia para cada plaza, según su categoría. Y los callejones deben ser vigilados y a los que incumplan la ley habrá que imponerles sanciones. ¿Son estos asunto los que no les gustan a los taurinos? Está claro que esa vigilancia no les agrada. ¿Es el paso a Cultura la solución actual de la Fiesta?

En mi opinión no es la solución. Es completamente cierto que hace falta la unión del sector, pero no para organizar ellos las corridas, más bien debe ser una unión para presentar una corrida más íntegra y pura. Nadie habla de la pureza de la Fiesta. Y que nadie olvide que ahora mismo los hombres del toro han perdido credibilidad porque los abusos han sido enormes y visibles en muchos casos. Es necesaria la unión para todo, pero también para potenciar la viveza y la emoción del espectáculo. La última pregunta, que son muchas al mismo tiempo, es la siguiente: ¿En Cultura serán más fieros y bravos los toros, habrá menos afeitado, se cortarán menos cuernos, se pegarán menos pitones previamente cortados, aumentará la casta y movilidad del toro, se limitarán las exigencias de las administraciones públicas con sus pliegos desorbitados, bajarán los precios de las localidades? Si estas cuestiones tuvieran una respuesta positiva, sí, a Cultura. Pero no estoy seguro que todos quieran una fiesta más verdad y grande. Mucho me temo que se quiera salir de donde se sienten vigilados y no pueden campar a sus anchas. No todo el toreo es así, pero todo el mundo sabe que hay una gran mayoría que pretende que instalar en las plazas el abuso y la corrupción como norma. Ya lo hacen en Interior en estos momentos, no quiero pensar lo que podría ocurrir si no hubiera una vigilancia de la autoridad. Como dijo Chaves, la Fiesta se morirá lentamente ella solita en su propio deterioro, pero más fácilmente y con mayor velocidad si hay campo libre para que actúen determinados taurinos. No será preciso prohibirla. Es lo que piensan los socialistas. Por eso tampoco me sorprende que Rubalcaba admita que se vayan de Interior. Donde vayan, el desprestigio crecerá de manera inmediata. El PSOE abre el camino del fin permitiendo esta situación.
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03 octubre, 2010

Juan Mora, un soplo de aire fresco

A la vuelta de Zafra, donde presencié con José Luis López la lidia de una buena corrida para una plaza de tercera de Núñez del Cuvillo, que vuelve a demostrar que esta divisa es una de las más seguras del momento actual, me enfrasco en la repetición de la corrida de Madrid. Hasta el callejón de Zafra llegó la noticia del zambombazo de Juan Mora en Las Ventas. Era preciso ver el festejo.

Nadie había exagerado nada al cantar lo realizado por el torero de Plasencia criado en Sevilla en la calle Asunción de Los Remedios. Aunque sabía más o menos cómo había sido la primera faena, la realidad superó a lo contado o a lo imaginado. Qué cadencia en las formas, qué manera de andar por la plaza, qué estilo más torero, cuánta pausa y cuánto ritmo. Lo vemos como si despertáramos de un sueño, porque esa forma de expresar el toreo ya la conocemos de otras veces, tal vez contemplada hace ya mucho tiempo, pero es como volver a vivir algo maravilloso. Esta tarde de Mora, tan bien entendida en Madrid, que quizás lo hubiera hecho Sevilla, pero en pocas plazas más, es un bofetón a tantas faenas de miles de muletazos, inacabables, de pases y más pases, de arrimones y de bernardinas, y de miles de inas, para alargar unos trasteos que no prenden nunca en el buen aficionado, tan propios del toreo de nuestros días. Esa faena debe ser de visión necesaria en la Escuelas Taurinas y en las Escuelas de Aficionados (habría que ponerlas en marcha), para que todos supieran que el toreo es breve e intenso, que existe algo llamado torería, de casi imposible definición, pero que una de sus manifestaciones es cómo anduvo y toreó un hombre olvidado de las empresas, con cerca de cincuenta años, que en una lección de cinco minutos llegó a la gloria y nos recordó que hay otro toreo distinto al que nos invade.

Me acordé de muchas cosas. De su padrino Manolo Vázquez, en su vuelta a los ruedos, y de Antoñete, dos prototipos de matadores con un sabor especial y que ya maduros me causaron la misma impresión de toreros de los pies a la cabeza. Me acordé de mi amigo Pepe Mirabeleño, un taurino romántico de la vieja escuela, luchador infatigable durante todos los días de su vida, que si estuviera con nosotros ahora sufriría porque su casta le podía, pero que donde está habría sentido el gozo de ver cómo sangre de su sangre vivía un día tan bello en una demostración del toreo eterno. Y me acordé de muchos, pero sobre todos de Pepe Rozalem, que estaría en primera fila de los tendidos del cielo y diría a todos los ángeles lo que tantas veces me dijo: “Si ya lo decía yo, pero este torero cómo puede estar parado con tanto pegapases como hay por ahí. Carlos, ¿llevo razón o no?” Y yo le decía, “es verdad Pepe, pero el negocio está así montado y Juanjo no se mete en componendas para torear tres corridas más. Ya le llegará su día”.

No sé si ha llegado el día. No sé si esto le valdrá para mucho o para poco. De momento, algo ha pasado. Aún queda alguno que parece un torero en la plaza. Y apenas hay unos cuantos que lo parecen, aunque todos se vistan de luces. Ha pasado en el mejor momento, cuando se discute la propia Fiesta, cuando se habla de cultura. El destino tiene marcados sus fechas y el destino de cada persona. Un torero como Juan Mora tenía reservada un poco de gloria en esta lotería de la suerte. Los que amamos esta fiesta estamos de enhorabuena. Un soplo de aire fresco ha dejado en evidencia a los toreros modernos.
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01 octubre, 2010

La corrida de la diarrea


Todos habían callado. Ahora, algunos han hablado, pero mejor hubiera sido que se hubieran quedado en silencio. Ha hablado Fernando Domecq, que ciertamente no es un hombre que se esconda. No ha dicho nada interesante; no sé si es porque no puede decir nada o porque no se lo han preguntado. Ha hablado el presidente. Otro que está mejor callado. Aquí sí que se notan carencias en las preguntas, porque sólo comenta que un toro que se rechazó en Málaga también lo fue en Sevilla, al tiempo que recuerda que no hay problemas para presentar toros rechazados en otras plazas. De lo que aprobó y de su actitud en el palco, silencio absoluto. Y ha hablado la empresa, que se limita a comentar que están tristes con el resultado de la corrida.

De lo que dice Domecq, lo más hilarante es lo que comenta acerca de la diarrea que parece que sufrieron sus toros en el campo, lo que les hizo perder peso. Hombre, claro que un toro puede tener diarreas, pero un ganadero escrupuloso no embarcar a nueve reses enfermas para una plaza como Sevilla. Es mala suerte que los animales tuvieran una infección intestinal. Hubiera bastado con comunicarlo a la empresa y se busca otra corrida. Es una explicación absurda, fuera de lugar y que lo único que hace es echar más tierra contra su ganadería, porque no sólo está en mal momento, sino que presenta toros que han tenido diarreas en los días previos. Y de paso se pone una medalla al recordar que Morante cuajó un toro de su divisa en Barcelona el día anterior.

El presidente de esta corrida – no menciono su nombre porque se molesta el buen señor – es malo de solemnidad. Su historia está llena de festejos con comportamientos penosos contra la plaza sevillana. Por ejemplo, fue quien admitió al corrida famosa de Victorino del mano a mano de El Cid y Morante de 2008. Se podrían escribir veinte artículos con los sucesos protagonizados por este presidente. Se escribirán en su momento.

La empresa sólo dice que está triste. Es lógico. Esa tarde hubo unos cuantos que prometieron no volver más a la plaza. Tenía la obligación de presentar una corrida para Sevilla. Sabían, y se le había advertido, que la de Zalduendo no existía o no daba la talla. En lugar de cambiar la corrida, algo que no les perjudicaba de cara a las devoluciones por la caída de Manzanares, se mantuvieron con la de Zalduendo y ahí están los resultados.

Han hablado, pero no ha servido para nada. Todo esto es una diarrea mental tremenda. La verdad es que esta corrida quedará ya para los anales de la Fiesta como la corrida de la diarrea. Es decir, que fue una mierda.
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Cuando esto se acabe

La frase más repetida, la que sale de lo más profundo de nuestros corazones es, “cuando esto se acabe”. ¿Cómo será ese día de la vu...