Sin lluvia. La amenaza de lluvia no se hizo presente. El ruedo se cubrió con el plástico. Al final de la corrida bajó mucho la temperatura.
Brindis. Debutó en Sevilla el rejoneador Roberto Armendáriz, que antes de comenzar su labor dejó el sombrero en el centro de un montículo de albero. Andrés Romero brindó a su madre el sexto, que se encontraba en el tendido 3
Luces. Se encendieron los focos de la plaza en el cuarto. La corrida fue más larga de lo habitual en estos festejos de rejones. Duró dos horas y media.
Música. Dijo alguien que lo mejor de las corridas de rejones es que la banda de Tejera interpreta multitud de pasodobles. Hasta veinte diferentes tocó en la tarde de ayer para regocijo de los melómanos.
Ya empezamos con el cante. Otra moda que debe extinguirse en la plaza de toros de Sevilla es la del cante a los toreros. A Romero le cantaron desde una grada de sol antes de comenzar su labor. Está prohibido el cante.
Servidor y fotógrafo. El rejoneador Armendáriz tenía un servidor de banderillas que al mismo tiempo hacía fotos. Fue llamado al orden por el delegado gubernativo y hubo sus más sus menos.
Cuadrillas. En las corridas de rejones las cuadrillas brillan menos, pues se limitan a algunos capotazos en los momentos en los que los caballeros cambian de caballo. Ayer cumplieron sin más.
La grada de los niños. Andrés Romero había invitado a un grupo de niños que se situaron en la Grada Alta del 12. Como es natural fueron sus incansables animadores en todo momento.
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