Todos habían callado. Ahora, algunos han hablado, pero mejor hubiera sido que se hubieran quedado en silencio. Ha hablado Fernando Domecq, que ciertamente no es un hombre que se esconda. No ha dicho nada interesante; no sé si es porque no puede decir nada o porque no se lo han preguntado. Ha hablado el presidente. Otro que está mejor callado. Aquí sí que se notan carencias en las preguntas, porque sólo comenta que un toro que se rechazó en Málaga también lo fue en Sevilla, al tiempo que recuerda que no hay problemas para presentar toros rechazados en otras plazas. De lo que aprobó y de su actitud en el palco, silencio absoluto. Y ha hablado la empresa, que se limita a comentar que están tristes con el resultado de la corrida.
De lo que dice Domecq, lo más hilarante es lo que comenta acerca de la diarrea que parece que sufrieron sus toros en el campo, lo que les hizo perder peso. Hombre, claro que un toro puede tener diarreas, pero un ganadero escrupuloso no embarcar a nueve reses enfermas para una plaza como Sevilla. Es mala suerte que los animales tuvieran una infección intestinal. Hubiera bastado con comunicarlo a la empresa y se busca otra corrida. Es una explicación absurda, fuera de lugar y que lo único que hace es echar más tierra contra su ganadería, porque no sólo está en mal momento, sino que presenta toros que han tenido diarreas en los días previos. Y de paso se pone una medalla al recordar que Morante cuajó un toro de su divisa en Barcelona el día anterior.
El presidente de esta corrida – no menciono su nombre porque se molesta el buen señor – es malo de solemnidad. Su historia está llena de festejos con comportamientos penosos contra la plaza sevillana. Por ejemplo, fue quien admitió al corrida famosa de Victorino del mano a mano de El Cid y Morante de 2008. Se podrían escribir veinte artículos con los sucesos protagonizados por este presidente. Se escribirán en su momento.
La empresa sólo dice que está triste. Es lógico. Esa tarde hubo unos cuantos que prometieron no volver más a la plaza. Tenía la obligación de presentar una corrida para Sevilla. Sabían, y se le había advertido, que la de Zalduendo no existía o no daba la talla. En lugar de cambiar la corrida, algo que no les perjudicaba de cara a las devoluciones por la caída de Manzanares, se mantuvieron con la de Zalduendo y ahí están los resultados.
Han hablado, pero no ha servido para nada. Todo esto es una diarrea mental tremenda. La verdad es que esta corrida quedará ya para los anales de la Fiesta como la corrida de la diarrea. Es decir, que fue una mierda.
La mejor información en http://www.sevillatoro.com
Pués entre la diarrea mental del Presidente,veterinarios,ganadero,empresa,algunos críticos y espectadores toreristas que uno lee por ahí,la verdadera de algún que otro torero ¡y encima la de los toros!,lo más prudente es salir huyendo de ésta fiesta tan maloliente. y con tan poco respeto para el cliente.
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