Los que no estuvimos en Nimes hemos devorado todo lo que se
ha escrito hasta ahora sobre este suceso. Lo que cuentan Zabala, Rosa Jiménez
Cano, José Luis
Benlloch , Carlos Illián, Amorós, Patricia Navarro y otros es
el relato de una tarde escrita con letras de oro en la historia del toreo. Esta
prodigiosa corrida tuvo lugar en Nimes y apenas pudo ser presenciada por
catorce mil personas, es decir que la inmensa mayoría de los aficionados no
hemos debido conformar con un vídeo de tres minutos. Y a eso no hay derecho.
Esta corrida nos va a divertir mucho durante todo el
invierno. Dice Rosa Jiménez Cano que a partir de ahora se le hará muy difícil
ir a una plaza de toros
a sabiendas que no volverá presenciar un espectáculo parecido. Dice una crónica
de EFE que todo ello
ocurrió en Nimes, al tiempo que recalca que este festejo debe suponer un
revulsivo para los otros toreros para que abandonen la comodidad y el toreo
aliviado que se impone todas las tardes en los ruedos.
Son dos opiniones. Está claro que José Tomás ha entrado en
el firmamento de las grandes estrellas. Para ser torero de época le falta
torear con mayor asiduidad en las grandes ferias. Pero este festejo no puede
tener un efecto negativo para la Fiesta, de forma que ahora se les quiten las ganas
a los aficionados de ir a los toros porque no torea JT.
Como lectura de este acontecimiento adelanto dos, aunque en
mi caso son reiterativas. Sin restar ningún mérito al de Galapagar, una figura
no puede torear tres tardes al año en Badajoz, Huelva y Nimes, con todos los
respetos para las tres plazas. Es decir, que hay que torear en Valencia,
Sevilla, Madrid, Málaga, Pamplona, Bilbao y Logroño, entre otros cosos. Y eso es lo
que hacen los toreros que son los fundamentos de la tauromaquia actual. Nadie
entendería que un equipo de futbol muy bueno sólo se empleara en tres partidos
en una liga, porque lo que importa es ganar esa competición, lo que se consigue
dando la cara en todas las plazas. En algunos textos da la impresión de que
Tomás es el principio y el fin del toreo actual. Tampoco es eso. El toreo debe
sustentarse en una baraja de diestros fundamentales que se enfrenten entre
ellos en las plazas de máximo nivel.
Y por otra parte, aunque comprendo que no gustará, las
corridas se han celebrado siempre, como norma general, con seis toros de una
misma ganadería y un sorteo. Se criticó a Tomás y a Morante por llevar sus
toros a Huelva. Quines lo criticaron entonces, ahora no han dicho nada de
llevar seis toros elegidos, que es verdad que se hace en corridas de un solo
matador, pero que no es la norma del toreo. En ese aspecto lo de Nimes debe
considerarse como algo excepcional por parte del matador, pero que una figura
debe construir su prestigio con otra estrategia. Lo que pasa es que, como dicen
algunos, así gana mucho dinero y sigue en la cresta de la ola. Espero que Tomás
toree en 2013 en plazas de primera entrando en sorteo con los mejores, con los
que aguantan el ritmo de un año completo.
La mejor informaicón en http://www.sevillatoro.com
Ahora sí que no coincido en nada con tus críticas a JT. Bueno, está visto que las fiestas de algunos no son las de todos, como dijo Juan Goytisolo.
ResponderEliminarPor cierto, lo de EFE es (creo, que conste, creo) un collage de Viard y de Frédéric Pascal. Un abrazo de parte de Gastón.
Al autor, sabe usted que su critica no encaja con la realidad que, en este caso, cantidad y cualidad no tiene por que complementarse, y que los argumentos de J Tomás para actuar de esta manera, además de su propia libertad y entendimiento de su profesión, tiene otros matices muy notorios e interesados, por cuanto al negocio empresarial por una parte y la profesionalidad sincera y arriesgada por los colegas, se refiere. Me parece bién que no le guste este torero, y que lo censure y critique !faltaría más!, pero no niege la evidencia de los llenos absolutos, del negocio local que supone donde vá, y que además de referente de la tauromaquía actual, solo él y unos poquitos más, son lo que pueden salvar la fiesta de los toros.
ResponderEliminarSe rectifica. La crónica de EFE no es de Núñez. Del resto, es una opinión y me entusiasma José Tomás. Claro que puede salvar la Fiesdta, pero nunca con tres corridas de toros al año.
EliminarTotalmente de acuerdo. Así no puede ser. Del mismo tema expuse algo en mi blog hace unos días, si te interesa aqui tienes el enlace. Muchas gracias. http://elsecretodelabravura.blogspot.com.es/
ResponderEliminarCoincido con los planteamientos de C.C. en tanto que un diestro que limita sus actuaciones a tres tardes anuales, al tiempo que rehuye sistemáticamente las grandes ferias y el enfrentamiento con los gallitos del escalafón, no puede pre-tender ser un torero de época.
ResponderEliminarEn cambio, discrepo en lo relativo a la elección de toros de seis hierros en las llamadas encerronas; puede que, efectivamente, eso no sea “la norma del to-reo”, pero lo cierto es que las corridas de un solo matador también se salen de “la norma”. De ahí que no creo reprochable que el protagonista trate de asegu-rarse el triunfo con todos los medios a su alcance.
En el caso que nos ocupa los toros elegidos, más encastados que los que acos-tumbramos a ver, tuvieron una presentación digna y una sorprendente movili-dad, fueron nobles y bravos, tuvieron fondo y acudieron a los engaños “em-bistiendo” y no “andando” como suele acontecer a diario.
Indiscutiblemente, hubo suerte, pero hay que reconocer que los toros, además de haber sido bien elegidos, fueron muy bien lidiados; José Tomás, mostrando una nueva dimensión y con una puesta en escena perfecta, supo darles las dis-tancias adecuadas, tiempos para refrescarse y midió milimétricamente las fae-nas. Los toreó a placer, con toda la lentitud del mundo y con una limpieza ab-soluta, no dio un paso atrás en toda la mañana y, pese a lo cerca que se los pa-só, en ningún momento resultó trompicado. Si a eso añadimos el larguísimo repertorio del que hizo gala con capa y muleta, la perfecta estructura de sus faenas y su contundencia con la espada, hay que concluir que nos hallamos ante un torero singular.
Y es que, volviendo al principio, personalmente no creo que entre las aspira-ciones de José Tomás figure la de ser un torero de época. Le basta ser el que es, verse en el inaccesible sitio donde está y ser el torero más aclamado y el que más cobra. En definitiva, el que manda, aunque no parezca dispuesto a ejercer ese mando de feria en feria. Ignoro cuales serán sus planes de futuro, pero es posible que en el momento actual ni él mismo los sepa. Lo dicho: es un torero singular. Y yo, afortunadamente, sí estuve en Nimes.