No hay palabras para contar la salida de Padilla del Hospital. Quiero pedir a todos que se olviden de que es torero. Es un hombre que hace diez días fue destrozado por el animal que más ama, el toro, pero que al salir lo ha exculpado de su tragedia. Sabedor de que su imagen puede provocar la pena, el de Jerez ha dado la cara, partida y deformada, para que se vea con claridad que su maravilloso oficio le ha llevado a esta situación y no le guarda rencor a nadie. Y en un mundo donde los mortales andamos buscando la forma de escabullirnos de nuestros quehaceres diarios, Padilla ha proclamado su clara y terminante decisión de volver a vestir el traje de luces en cuanto pueda. ¿Son héroes los toreros? Alguien se imagina a un futbolista en semejante situación saliendo al ruedo a los diez días pidiendo un puesto en el equipo.
Padilla nos reconcilia con Fiesta eterna. El de Jerez es un ejemplo de coraje y valor indomable. A todos los que amamos esta inmensa Fiesta nos enorgullece que uno de los protagonistas de este arte tenga esas agallas para dar una lección de este tipo. Ha sido Padilla, pero estoy seguro que cualquier otro torero hubiera reaccionado de forma similar. Y es que el torero es un ser prodigioso que pone su vida en juego y que seguirá en el frente mientras haya alguna posibilidad de ligar unos cuantos muletazos. El ejemplo de hoy de Padilla nos ensancha el corazón. Ahora más que nunca: fuerzapadilla.
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