23 septiembre, 2011

La evolución del toreo a caballo

El toreo ha caballo ha sufrido una evolución que ha pasado inadvertida para los aficionados en general. Tal vez convenga decir por delante que son muy pocos los que entienden de toreo a pie, pero menos son los que saben de rejoneo. La mayoría de los que somos seguidores del toreo comprendemos a un hombre con un capote y una muleta, pero no somos capaces de desentrañar los misterios de un caballo bien domado y de las suertes del rejoneo realizadas con pureza. Si hay cada vez menos buenos aficionados al toreo clásico, también esa misma depreciación se ha sufrido en las corridas de rejoneadores. El rejoneo ha cambiado de la noche al día, no quiere decir ello que sea ahora mejor o peor, es distinto.

En lo que me concierne, mi nacimiento a los festejos de rejones está unido a don Ángel Peralta, paladín de un tipo de rejoneo ya extinguido. En algunas entrevistas que le realicé cuando estaba en activo, el Centauro de La Puebla se mostraba enfurecido por las artimañas que utilizaban algunos compañeros para rejonear. Se refería a las gabarras y demás artimañas que ayudaban a que los caballos se metieran en los terrenos del toro sin protestar. Esas triquiñuelas siguen siendo de uso ordinario en el toreo a caballo.

La llegada de José Samuel Lupi con sus quiebros espectaculares sobre Sudeste y la ardorosa vitalidad de Álvaro Domecq Romero, dieron paso a un caballero rejoneador que colmó nuestra percepción de lo que debería ser la lidia de un toro a caballo: Javier Buendía. La pureza del rejoneo del sevillano, su concepción de los terrenos, su verdad ante el toro, llenó por un tiempo este arte de Marialva.

A partir de los años noventa apareció en los ruedos el que implantó nuevas formas en el rejoneo: Pablo Hermoso de Mendoza. En un ejercicio de justicia histórica, es preciso dejar muy claro que la irrupción del navarro revolucionó la lidia de los toros desde las cabalgaduras. Hermoso de Mendoza conjuntó el toreo en su más amplia acepción con la espectacularidad. Durante algún tiempo Hermoso protagonizó en solitario el rejoneo, entre otras cosas porque nadie podía, de la noche a la mañana,  hacer lo que hacía el de Estella.

Con el paso del tiempo, como no podía ser de otra forma, otros rejoneadores fueron adaptándose a las normas de Hermoso. De ahí que en estos momentos no se conciba a un rejoneador que no realice quiebros al poner farpas y banderillas, que no corra a dos pistas, que no haga piruetas o que no haga recortes junto a las tablas. Sería absurdo negar que hay un antes y un después de Hermoso de Mendoza.

La pregunta sería si estas nuevas formas, este aluvión de gestos de doma excelsa, han sido positivas para la parte taurina del rejoneo. No me cabe ninguna duda que ha sido muy beneficioso para el espectáculo. En la parte taurina, creo que ya no hay rejoneo puro en nuestros ruedos. Aún más, un caballero rejoneador como Buendía no tendría cabida en el rejoneo de nuestros días. La pureza extrema sin alardes no se cotiza. El rejoneo ha cambiado totalmente.

En un paso adelante, la llegada de Diego Ventura como gran rival de Pablo es la finalización de este camino que ha conducido al rejoneo a que cada tarde se intente conseguir el más difícil todavía. Ventura toma la aportación de Hermoso y la lleva a límites insospechados. La doma y preparación de los caballos de nuestros días ha conseguido milagros. Ventura ha logrado la doma perfecta para el toreo a caballo del siglo XXI. Los públicos asisten a las corridas de rejones impregnados de una profunda ignorancia, pero gozan de situaciones que superan la simple lidia de un toro. Algunos, posiblemente con mala intención, llegan a decir que el rejoneo de ahora está más cerca del circo que del toreo auténtico.

Como siempre ocurre, la propia evolución de la Fiesta exigirá un paso adelante en el futuro. El camino emprendido, que tiene aspectos muy destacados y positivos, nos llevará a otras expresiones que se alejarán más de lo que siempre ha sido el toreo a caballo. Sin ánimo de señalar, y admitiendo que es un detalle que necesita un perfecto aprendizaje, el bocado a los toros del caballo Morante no puede ser considerado como un rejoneo puro ni clásico. En conclusión, en el toreo a pie se mantienen normas cercanas al concepto tradicional, pero en el caso del rejoneo se ha llegado a un tremendismo continuado. El tremendismo es una faceta más de la tauromaquia, pero ningún torero extravagante ocupa un lugar destacado en las páginas de oro del toreo.

Cada vez hay menos entendidos de toros. De rejoneo hay muy pocos, menos que del toreo a pie. Ahora la gente quiere ver piruetas, quiebros y lo demás no importa. También ha perdido valor la forma de matar a los toros desde el caballo. Una estocada baja motiva que se pierdan premios en plazas serias. En rejoneo, la colocación del rejón definitivo no importa. Toda esta diatriba sólo pretende recordar que debe haber una vuelta a la pureza y la verdad en las corridas de rejones, aunque esto no pasa de ser una quimera, porque los tiempos no están por la labor.  
La mejor información taurina en http://www.sevillatoro.com

2 comentarios:

  1. Para mi sí hay un rejoneador clásico y puro hoy día, es Fermin Bohorquez.
    Lástima que consiga tan pocos trofeos por la ignorancia de los públicos.
    Prefiero ver una vez a Fermin que 10 veces al payaso de Ventura.

    Saludos

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  2. ESztoy de acuerdo. No se menciona en el trabajo por la propia limitación del mismo. Gracias

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