Manolo Cortés ha protagonizado una nueva lección magistral de Aula Taurina. La asistencia ha sido mediana, un dato que indica que en Sevilla, madre de la tauromaquia, los asuntos taurinos tienen poco tirón. Los aficionados con menos de 30 años desconocen el toreo de Manolo Cortés. Hay que tener más de 40 años para haber tenido el privilegio de presenciar sus mejores tardes. Ha sido un torero importante. Parece que poca gente tenía interés en conocer sus opiniones sobre la Fiesta.
Pero Cortés ha sido un torero con sabor. Ha derramado por las plazas mucha torería, elegancia y finura, arte exquisito y maneras de torero de clase. Le sobró abulia. Los analistas dicen que fue frío. La realidad es que tenía condiciones para haber sido figura del toreo. No lo fue, pero ha sido un torero sevillano con un sitio destacado en la historia.
Cortés destila aroma a torero. Tiene eso que hoy escasea que se llama torería, que es todo lo que impregna los movimientos de un diestro. En sus palabras, ni un gramo de resentimiento. Ha sido lo que fue y si no llegó más alto la culpa fue suya. Pero nadie le puede quitar el orgullo de sus faenas en plazas de referencia, como Madrid, Sevilla, Pamplona, Bilbao, Valencia, Barcelona, México o Nimes. Ha transmitido a los que empiezan la importancia de la entrega y la preparación para alcanzar la cumbre: la afición es fundamental para ser torero. Y también se ha quejado porque no pudo despedirse de Sevilla con una corrida especial.
Manolo Cortés tiene algo muy importante. Lo dijo en la Maestranza. El toreo es arte y también es dominio. Se torea bien cuando se ha dominado al toro. El toreo es, por encima de todo, inteligencia. Esa misma condición que le dotó de una enorme facilidad torera, hasta el punto de que muchas veces todo parecía fácil. Ese poderío le permitió matar todo tipo de corridas. desde Miura a Núñez.
Después de compartir esta jornada con el torero de Gines puedo proclamar que sigue siendo inteligente. Cortés mantiene la cabeza clara para poder alzar la voz en defensa de la Fiesta. Y eso es lo importante de Cortés, que sabe lo que ha sido y se siente satisfecho, aunque no puede dejar a un lado que si no llegó más lejos fue por su única culpa. Fue una verdadera lección magistral.
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Entre las "plazas de referencia" se puede incluir la de Barcelona, en cuya Monumental realizó en sus últimos tiempos una faena realmente exquisita. Pecó de abulia, efectivamente, y quizá de falta de afición, pero fue un torero con imaginación, virtud esta que escasea alarmantemente entre la torería actual. Si se repasa el escalafón, constatamos que sobran dedos de una mano para contar los toreros con imaginación. Casi todas las faenas realizadas estos últimos años -incluso las mejores- son totalmente predecibles. Con Cortés, cuando estaba en vena, no ocurría eso.
ResponderEliminarEstimado Carlos; siento no haber podido asistir a la misma, pero obligaciones laborales me lo han impedido. Me hubiera gustado escuchar el "aroma" de ese buen torero, que como tu bien resumes, no llegó más lejos por su culpa. Otra vez será.
ResponderEliminarUn saludo
Vi todas sus tardes en la México, hace treinta años y creo que ha sido uno de los toreros de arte mas exquisito que han pisado su ruedo.
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