Rubén Pinar ha debutado en Sevilla como matador de toros y ha dejado la huella de un torero muy listo, habilidoso, templado, pero demasiado enterado para su edad. Tiene facilidad para llevar los toros muy tapados con temple, es un fiel calco de El Juli. En su contra, carece de estética al torear. Todo lo sacrifica por llevar al toro prendido en la muleta, aunque se olvida de ponerle algo de sentimiento a su obra.
Su tarde ha sido buena. Otra vez se ha comprobado que los toros que parecen mejores le tocan a los que están en mejor momento. Bolívar y Cortés no han tenido toros, pero han dejado la sensación de que no estaban en su mejor momento. Para Pinar había toro en cualquier sitio.
La polémica de la tarde ha sido referente a una posible segunda oreja para Pinar en el tercero. No había toreado bien con el capote, la faena había sido apañada sin esa rotundidad precisa, pero al matar quedó pendido de los pitones en una escena escalofriante. Ese detalle ha sido suficiente para que una buena parte de la escasa concurrencia haya pedido la segunda oreja, que la presidente ha negado con excelente criterio. Algunos querían rasgarse las vestiduras. Así está Sevilla, así se quiere paliar la caída libre de la plaza, su música tocando sin motivo justificado y tanto toro malo como sale por los chiqueros. Lo quieren tapar con orejas a diestro y siniestro.
Sin restarle méritos a Rubén Pinar, esa petición enloquecida de la segunda oreja pone de manifiesto el deterioro de esta plaza. Dos orejas deben ser para obras grandes. Y Pinar estuvo bien, habilidoso y despegado, fue cogido al matar, por fortuna sin consecuencias, pero por esa labor no pueden concederse dos trofeos.
Información taurina en http://www.sevillatoro.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario