La Feria tiene también aires de alto compromiso para Manuel Jesús El Cid. El de Salteras, modelo de torero largo, profundo y redondo, no remató una buena temporada en 2009. Y a este torero no se le perdonan las flaquezas. Necesita estar bien todas las tardes, porque en caso contrario surgen pronto los detractores. Tampoco es afortunado en cuestiones literarias. A El Cid le faltan los poetas que tienen otros compañeros. Se enfrenta a Sevilla con la intención de volver a reinar en su plaza, ya sea con sus amigos los de Victorino, ya con los aparentemente más dóciles toros salmantinos de El Pilar o El Puerto de San Lorenzo. Nada es fácil para Manuel Jesús, pero mucho menos una Feria como la de este año en la que incluso ha perdido su sitio en el Domingo de Resurrección. Los coleccionistas de tópicos seguirán aireando su suerte en los sorteos y semejantes argumentos. A El Cid sólo le queda esperar a que florezca su zurda prodigiosa y se haga la luz del toreo eterno. Para ello debe tener firme el pulso y la cabeza clara, pero más que nada debe atornillar las zapatillas sobre el albero para convencer a todos de que no hay fecha de caducidad. Aunque, pensándolo bien, es posible que El Cid a quien tenga que convencer de verdad de que sigue ahí, que no ha cambiado nada, sea al mismo Manuel Jesús Cid Salas, natural de Salteras, torero muy bueno en estado de incertidumbre.
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