20 octubre, 2012

La torería moderna


Algo debe estar cambiando y me he perdido. Siempre pensé que la profesión de torero llevaba implícito unas normas éticas y estéticas que deberían presidir los gestos y actitudes de los protagonistas tanto en el ruedo como fuera de ellos. En otras palabras, siempre he pensado que ser torero era propio de alguien adornado por unas condiciones distintas a las de los demás personajes de la farándula.
 
Debo estar equivocado y soy muy antiguo. El concepto torería, que siempre he defendido como atributo de quienes se juegan la vida delante de los toros, está quedando en el rincón del olvido. O es posible que ahora torería sea quitarse la ropa, lucir músculos y salir en revistas de moda. Mi concepto de torería es otro. Me decía mi padre cuando era chico que Manolete tenía un aura de torero que estuviera donde estuviera causaba impacto y se sabía que allí había un torero. Y como Manolete, todos los que han vestido su profesión con orgullo. Pero estamos en otro tiempo y la torería ya no debe ser un valor en alza. Algunos que triunfan en los ruedos hacen publicidad de distintos productos basados en su belleza física o en sus atributos personales.
 
Si aparecer con el torso desnudo cubierto por un capote de paseo luciendo palmito es torería, renuncio a esta torería moderna. Deseo que los toreros sigan siendo ejemplo de una forma de ser y estar, tanto en la cara del toro como lejos del mismo, siempre vistiendo su profesión con solemnidad. Lo que no quiero, y denuncio, son toreros en revistas que no dedican ni una línea a la verdadera dimensión del toreo y que sólo buscan la espectacularidad. Que no olviden estos espadas que se exhiben de esta forma que si pueden hacerlo es por su condición de matadores. Tampoco deben olvidar que hay medios de comunicación que se dedican en plenitud a promocionar nuestra fiesta de los toros, medios a los que muchas veces hacerles una entrevista a estos figurines cuesta un verdadero mundo. O simplemente, son toreros que incumplen con su sagrado deber de acudir a recoger los premios que se les conceden. Ese detalle de recoger premios sin quejarse sí que es estar al lado de la afición.
 
Alguien dirá que es bueno para los toros que figuras consagradas aparezcan en los medios de comunicación de moda o variedades, más si son extranjeros,  porque así ayudan a difundir nuestro espectáculo taurino. Se admite, pero siempre hay que mantener las formas. Lo de fotografiarse en plan artista medio desnudo es una vulgaridad impresentable, por no llamarle de otra forma. Un torero debe serlo siempre, hasta cuando está en solitario cumpliendo con sus necesidades fisiológicas (se entiende lo que quiero decir). Pues dicho queda. No me parece de torero, por mucho que haya cobrado, hacerse estas fotos. Su padre, José María Dolls Abellán, seguro que no las aprueba.
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07 octubre, 2012

Tarde de toros en Zafra


Fue una corrida de ocho toros que no pesó en absoluto, algo que no es frecuente. Para ello fue necesario que la corrida de Garcigrande exhibiera movilidad y que el cuarteto anduviera con ganas. El espectáculo duró tres horas. Durante la lidia de los toros quinto, sexto y séptimo se vivieron los momentos de mayor interés del festejo.
 
Morante, que había despachado al primero tras una faena de detalles sueltos pero sin apreturas, le brindó el último toro de la temporada a quien ha sido su apoderado hasta ahora, Curro Vázquez. El de La Puebla había dibujado verónicas preciosas a este toro. Su faena fue intermitente, pero con unos máximos inmensos por la torería y profundidad de sus muletazos. Faltó continuidad o una faena más conjuntado y reunida. A pesar de ello, la espada le jugó una mala pasada y se quedó sin premios.
 
El Juli le da muletazos a todo lo que se mueve. Si son toros, El Juli exprime hasta el máximo sus embestidas para lograr faena de dominio y poderío. El de Zalduendo, primero de su lote un toro mediano, pero El Juli le plantó al muleta por abajo para tirar de su anatomía con admirable decisión. Mucho mejor estuvo con el sexto, un excelente toro de Garcigrande, al que cuajó en una faena realizada en un palmo de terreno, procurando dominar por abajo y alargando las arrancadas hasta el infinito. El dominio tapó la belleza, pero es que en El Juli la ética siempre está por encima de la estética. Su aguante, los toques, la templanza, todo fue un carrusel torero sobrado.
 
No le fue a la saga Miguel Ángel Perera, que está en perfecto estado de forma. Al primero de su lote le hizo una faena templada y efectiva. Sería en el segundo de los suyos, el séptimo, otro astado de calidad, con el que asombraría en una labor que comenzó por la espalda, siguió con toreo muy largo y templado y acabó con el torero a niveles enormes de templanza, sitio y seguridad en muletazos sacados como de la chistera. Muy bien Perera.
 
Quien no estuvo bien fue Alejandro Talavante. El primero de su lote, de Domingo Hernández, fue algo brusco. Se había quedado sin picar y al torero extremeño no le gustó nada. Los pases pecaron de exceso de velocidad. Lo mató de forma infame. Menos disculpas tiene con el último, toro soso, pero al que dio muchos pases sin poner el alma que se requería para alegrar sus embestidas.
Fotos: Carlos Crivell
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Cuando esto se acabe

La frase más repetida, la que sale de lo más profundo de nuestros corazones es, “cuando esto se acabe”. ¿Cómo será ese día de la vu...