05 agosto, 2014

Despropósitos en Huelva

La novillada final de las Colombinas fue accidentada. Se produjeron en su desarrollo algunas circunstancias anormales que obligan a una reflexión. El quinto de Cayetano Muñoz fue un manso de carretas, como los que han salido siempre a las plazas de toros. En estos tiempos no es habitual ver a ese tipo de reses, de forma que los públicos no están acostumbrados a ellos. Si además, ese tipo de novillo cae en el lote del torero local, se explica que la plaza se levantara enfurecida. Pedía su devolución, lo que no procedía porque a los mansos no se les puede devolver a los corrales. Hubo insultos al presidente, que por una vez había estado en su sitio. Así las cosas, se decidió soltar al sobrero para aplacar a las masas. Un detalle antirreglamentario y que sienta un mal precedente. ¿Se lidiarán sobreros en Huelva siempre que una res sea muy mansa? ¿O ese privilegio solo quedará reservado cuando el manso le toque a un torero local? Si el manso lo sortea alguno de los compañeros de David de Miranda, puedo asegurar que no hay sobrero.

En este caso late sobre todo la tremenda falta de educación taurina que se ha instalado en las plazas. Hace 30 años nadie hubiera protestado al manso. Es más, uno de los alicientes que tenía la lidia era comprobar si un diestro estaba capacitado para ponerse delante de un manso. De ahí viene eso de que los mansos tienen su lidia. Pero estamos en otros tiempos y la incultura taurina es muy grande. Me acuso, en mis cortos medios, de ser uno de los culpables, aunque tienen más culpas los medios de comunicación que llevan años intentando inculcar que aquí lo importante es que el público se divierta, que no son capaces de llamar a las cosas por su nombre, que incitan a los indultos, que aprueban bajonazos como buenas estocadas, que intentan soslayar la realidad porque piensan que así están ayudando a la Fiesta. Y la masa que los escucha en radio y televisión, hace suyas las ideas y luego pasan cosas como las de Huelva.

La empresa y la autoridad han encontrado un resquicio para justificar que se vulnere el Reglamento con aquello de que lo consienten para evitar una alteración del orden público. A los públicos hay que educarlos, porque por desgracia sus conocimientos de la materia son escasos. No me gusta esgrimir el Reglamento como un articulado inflexible, pero mientras exista debe ser cumplido. Y si no sirva, que se elimine.

También se vulneró el Reglamento en la salida a hombros por la Puerta Grande de David de Miranda. Está perfectamente reglamentado que cuando se lidian tres reses hay que cortar tres orejas. Pienso que el manso quinto cuenta un animal lidiado, porque ya sería el colmo que se quisiera eliminar del festejo como si no hubiera salido a la plaza.

Y me apena escribir esto por dos motivos. De un lado por el gran aprecio que le tengo a Huelva; de otro, porque pienso que David de Miranda tiene los fundamentos para ser torero, aunque con el manso no estuvo a la altura de las circunstancias. Pero ello no puede obviar la necesidad de reflejar siempre lo que me parece necesario para que quienes me lean sepan mi opinión. A muchos no les gustará, pero ni se podía lidiar el sobrero ni debió salir por la Puerta Grande. Y todo tiene como base la pésima educación taurina de quienes acuden a las plazas, fomentada desde los canales públicos, y el un chauvinismo mal entendido. Y que conste que esto sucede en muchas más plazas, pero ocurrió en Huelva y debe quedar reflejado, aunque entiendo que todo esto no es más que un desahogo personal sin ninguna posibilidad de modificar el futuro.   
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01 agosto, 2014

El factor local y una plaza llena

No hace falta insistir en la gran noticia que supone el casi lleno en la Maestranza para ver la final del ciclo de promoción. Es la consecuencia de una política de precios adecuada, la vista gorda en la entrada de comidas y bebidas y que dos novilleros de Sevilla hayan logrado concitar el interés de la afición, con especial repercusión en un público joven al que hay que captar para que siga acudiendo al coso sevillano.

Pablo Aguado y Rafael Serna se han llevado los honores, aunque no hay que olvidar a quienes, aún jóvenes, también han logrado este año atraer a la plaza a muchos espectadores, tales como Borja Jiménez, Carlos Corradini y otros. Esta notable repercusión de los festejos con valores nuevos tiene un soporte fundamental: la buena publicidad que los medios han prestado a estas novilladas.

De la final hay que hacer algún comentario además de lo reflejado en la crónica. A pesar de las dos orejas cortadas, el público esperaba más trofeos. No faltó la emoción de la disposición de los toreros, entregados de principio a fin, pero hubo una cierta decepción ya que no pudieron volver a poner de manifiesto las cualidades que se dejaron ven en sus primeras actuaciones. La novillada de El Parralejo exhibió casta y movilidad, a veces muy molesta, y no permitió el toreo relajado. A pesar de la mansedumbre y algunas dificultades, el debut de Pepe Moya ha sido positivo.

Aguado tiró por la calle de la emoción ya que en pocos momentos pudo torear a gusto. Se comprobó en el saludo al cuarto con cinco faroles y media enorme. Su noche fue desigual, algunos muletazos fueron sensacionales dentro de un nivel de intermitencia muy acusado.

Rafael Serna estuvo por debajo de su primer festejo. Aún así no se entiende por qué no le concedieron la oreja del segundo, no tanto por méritos sino por petición mayoritaria. La oreja de Aguado en el primero ya fue algo blanda y a José Luque debió preocuparle que se disparara la euforia de las orejas. Dejó buenos detalles sueltos y volvió a matar con decisión. Su lote fue áspero en conjunto.

El extremeño Carballo fue un torbellino de valor y denuedo, algo que es mucho pero que no es todo. Se fajó con entrega y lo puso todo de su parte para buscar el triunfo. No procedía la vuelta que se dio en el tercero, al menos no es lógico después de hacer guardia al novillo. El factor local no le pesó, fue tanta su disposición que se ganó al respetable.


El jurado, cuatro miembros, votó a final. Lograron dos votos Aguado y dos Carballo. Dice la nota que votaron de nuevo y uno de los que votó a Carballo se pasó a Aguado. Podría contar lo que votó cada uno de ellos. Incluso creo que acertaría con el nombre del que cambió el voto. Como se entenderá, es una falta de criterio votar primero a uno y luego modificar su primitiva opinión. En esta novillada no era fácil elegir a uno como el mejor. De todas formas, en mi opinión, Aguado es justo ganador porque en el cómputo de sus dos novilladas es el que mejor ha toreado. Y si ha sido quien mejor ha toreado, en mi opinión, pues es justo ganador. Dicho ello sin menoscabar los méritos de Rafael Serna y Juan Carlos Carballo. Lo mejor, el ambiente, la gente, las ganas, las comidas y la ilusión recuperada. Hay que insistir por este camino.   
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Cuando esto se acabe

La frase más repetida, la que sale de lo más profundo de nuestros corazones es, “cuando esto se acabe”. ¿Cómo será ese día de la vu...