13 diciembre, 2019

Año Chicuelo


Sevilla esa así, qué le vamos a hacer. Indolente en su apasionada dualidad. No tiene términos medios. O una cosa u otra. Triana o la Macarena. Y se olvida de otras maravillas. En toros, Gallito o Belmonte. Y se olvidó de Chicuelo. En estos tiempos convulsos para todos, de forma que el insomnio es ya parte de nuestra vida, aquí en Sevilla se ha vuelto a rendir otro homenaje a Chicuelo. De nuevo ha sido con timidez y recato, porque como se ha comentado se ha perdido una gran oportunidad para mostrar al mundo de los toros la dimensión del torero de La Alameda (por cierto, nacido en Triana). Chicuelo queda en tierra de nadie cuando se habla de Sevilla, porque teniendo el mérito de haber unificado el arte belmontino con la sabiduría gallista, la ciudad taurina se embelesó y siguió en sus cuitas sobre si eran galgos o podencos. 

Este último evento organizado, de cuya buena voluntad nadie puede dudar, ha mostrado carencias que no se pueden entender con facilidad. No se comprende que para hablar de Chicuelo se cite a tres toreros jóvenes, de los cuales solo uno tiene un estilo que puede asociarse a lo que representó Manuel Jiménez. Y se ha omitido la presencia de algunos compañeros de la información que han trabajado de forma denodada durante el año para honrar al torero. La convocatoria ha sido un éxito, a pesar de estas comparecencias y de estas ausencias. Por lo cual solo me queda felicitar a la organización, aunque estaría bien solicitar que a la hora de elegir participantes se actúe sin prejuicios.

Si estos actos son el estertor del año Chicuelo, vuelvo a insistir en que es verdad que se ha perdido la oportunidad de mostrar al mundo su trascendencia en la historia del toreo. Chicuelo tuvo la mala suerte de nacer en Sevilla. Si su cuna hubiera tenido lugar fuera de ella su dimensión sería inmensamente mayor. Pero aquí navegamos siempre entre dos aguas, el verde y el rojo, y pare usted de contar. Al año le ha faltado un verdadero compromiso institucional para unos actos de altura, bien publicitados, que pusieran al torero en el sitio que muchos pensamos que tiene en la historia. Veremos si con el centenario de la muerte de Gallito mejoran las cosas.

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26 octubre, 2019

Toreros retirados


El 12 de octubre en Sevilla ha quedado para un evento taurino especial o para un festival. De todos los acontecimientos que pueden llenar la plaza en una fecha nada fácil, fuera de abono, solo se me ocurren dos, una de seis toros para un torero, Morante, Pablo Aguado o Roca Rey son los únicos que llenarían la plaza, o bien estos mismo toreros en terna o dos de ellos en mano a mano. Está bien que Ronda y Valladolid hayan organizado un encuentro entre los dos sevillanos, pero la plaza que debe acoger ese gran espectáculo en la Real Maestranza.

El 12 de octubre corría el riesgo de quedarse sin toros porque los carteles normales no congregaban a muchos aficionados. Era una fecha que caminaba hacia el mismo baúl de los recuerdos que el 15 de agosto, tan taurino antes y tan incómodo ahora. El Corpus se mantiene con una novillada de abono, pero si se compara con el lujo que tuvo en tiempos pasados es como si se hubiera perdido.  La iniciativa de organizar un festival el pasado año y el actual ha salvado la fecha. Y lo ha hecho con grandeza a plaza llena. Sin embargo, quienes entienden del asunto ya advierten que este sistema no debe mantenerse de por vida y que es bueno pensar en otras alternativas. Esas otras alternativas apuntan a que Sevilla debería volver a organizar festivales con toreros retirados. Se dice, y con razón, que hay muchos jóvenes que podrían disfrutar a ver en el ruedo a toreros retirados.

Ocurre algo curioso. ¿Qué toreros retirados pueden salir a torear un novillo en la Maestranza? Me vienen a la memoria Espartaco, Paco Ojeda, José Antonio Campuzano, Dávila Miura, Rivera Ordóñez, El Cid y pocos más. Es posible que alguno de los nombrados declinara la invitación. Todo esto pasa, entre otras cosas, porque cada vez hay menos toreros retirados. Y los que se van, vuelven si se tercia la ocasión. En la segunda mitad del siglo XX, no era frecuente que en el escalafón hubiera tantos matadores con más de veinte años de alternativa. Diego Puerta se retiró con 39 años. Cuando dejó el traje de luces fue para siempre, pero actuó en muchísimos festivales. En estos tiempos no se retira nadie. Todos siguen en activo. Así es difícil organizar un festival de viejas glorias con algo de interés. 

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16 septiembre, 2019

La temporada de Escribano



En la mayoría de los textos que han contado la tarde de la corrida de Miura en Bilbao se ha alabado a Manuel Escribano con la misma palabra: profesionalidad. Lo que quiere decir, se supone, que es un buen profesional. Algo que lleva implícito, lo de profesional, un concepto laboral del toreo, cuando siempre se ha dicho que el toreo no es un trabajo. La realidad es que todos sabemos muy bien lo que se dice cuando a Escribano se le destaca por su profesionalidad. Es una de esas coletillas que usamos -me incluyo en el grupo- cuando no sabemos muy bien cómo poner en valor la actuación de un torero o el juego de una corrida. Es el caso de ‘tarde digna’ o ‘corrida interesante’.

Volviendo a Manuel Escribano, lo que me interesa poner de manifiesto es su valor verdadero y su tauromaquia variada no exenta de calidad. Algunos matadores se ven sometidos a mostrar una imagen que les ayuda a progresar, pero ello les obliga a salirse de su concepto. El valor de Escribano está ya testado. En su compleja y difícil trayectoria ha sufrido tres cornadas para quitar a más de uno de los ruedos. Me refiero a las de Sotillo de la Adrada, Alicante y Madrid. Especialmente, la segunda. Hay muchos toreros retirados con percances similares. Siempre volvió a la cara del toro con la misma actitud, dispuesto a lidiar lo más duro del campo bravo, para ofrecer su arsenal torero con una honradez admirable.

Decía que es un torero del que se destaca su entrega y variedad, pero se olvidan muchos del temple de su muleta, que es ciertamente llamativo. Tiene que irse a portagayola o poner sus arriesgadas banderillas porque es lo que esperan los públicos, pero resulta que sabe torear muy bien.

La prueba de cómo torea es su manera de manejar el capote. A la chita callando, ha logrado que un jurado de Bilbao le conceda el premio al mejor toreo de capa de una feria repleta de buenos toreros. Y se lo hizo a uno de Miura. Pero no es nuevo. Hace unos años consiguió todos los premios de Sevilla por su excelente toreo de capa. Está bien lo de la profesionalidad, pero en la rutina se nos olvida muchas veces que detrás de la imagen que tenemos de muchos matadores, es el caso de Escribano, hay muy buenos toreros.

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22 julio, 2019

Toreros de Triana


Triana es un barrio de Sevilla conocido en todo el mundo por su personalidad bien definida. Es cierto que, como casi todo, el barrio ha sufrido un gran deterioro y ahora ya no se parece al que le dio fama universal. Ha sido la cuna de grandes artistas del flamenco y de otras muchas profesiones. Triana imprime un carácter especial a sus hijos. También se apodera de quienes, aunque no hayan nacido en ella, tienen la sensibilidad de captar sus esencias. El mundo de la canción, el teatro, el cine o el flamenco están llenos de nombres que vieron la primera luz en el barrio. Como es lógico, también los toreros de Triana son diferentes.
Por las calles de Triana camina un señor que debe estar un poco loco porque se ha puesto a escribir una trilogía que ha denominado ‘Cien toreros de Triana’. El primero de los libros ha sido publicado hace unos días. Comprende una relación completa de todos los toreros de Triana desde los comienzos de la Fiesta hasta Antonio Montes, el monaguillo de Santa Ana, y el precursor de Juan Belmonte.
Se llama Ángel Vela, en Triana es una autoridad amada y respetada porque es un contumaz defensor del barrio contra todo lo que suponga un menoscabo de sus tradiciones. Ha escrito sobre los flamencos, sobre artistas varios y ahora se ha puesto a juntar los nombres de los toreros nacidos a la otra orilla del Guadalquivir. Aparecen personajes que me eran totalmente desconocidos. Allí están El Pulga de Triana, La Fragoso, Quinito, Ángel García Padilla, El Nene, Costuras, el primer Chicuelo, José María Calderón, que vio morir a Montes en México y luego ayudó a Belmonte, en fin que son cien toreros de Triana hasta llegar a Antonio Montes, que naturalmente ocupa una extensa parte de este primer tomo de una trilogía que se presenta emocionante cuando uno sabe que llegarán en el futuro Belmonte, Cagancho, Curro Puya, Gitanillo de Triana, Susoni, Emilio Muñoz y muchos más.
Al pasar las hojas se siente que está el lector recuperando la esencia de una manera de vivir y sentir propias de unos corrales de vecinos, de unas calles llenas de arte y de unos hombres y mujeres irrepetibles. Ángel Vela, el cantor de Triana, ha rendido un gran homenaje a su barrio, pero también al toreo, que en Triana, por su barroquismo y profundidad, es algo personal y distinto a todo.

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04 julio, 2019

¿El bombo?



"Sin Morante ni Manzanares ni Talavante ni El Juli, San Isidro se presenta como uno de los peores de la historia". No es mío, lo escribió algún cronista. Había sorteado Ponce y aún no se sabía que El Juli ocuparía su sitio. Quienes escribimos deberíamos pensar dos veces lo que decimos. O en última instancia sería bueno rectificar cuando la realidad ha sido contundente en sentido contrario a nuestras predicciones. Sin esos toreros, y no porque no hayan estado, San Isidro ha sido el mejor de los últimos tiempos. Cuando un empresario organiza un ciclo con tantas noticias como el de Madrid, merece que se le reconozca y felicite. San Isidro de 2019 ha dejado claro que el toreo está avanzando lentamente hacia otra órbita distinta.

Lo que no entiendo es que Simón Casas proclame que la clave del éxito de San Isidro haya sido el bombo. De verdad, con la mano en el corazón, ¿alguien sabe que ganadería le cayó en el bombo a Ginés Marín o a quién le tocó Garcigrande? Del bombo solo nos acordamos que Roca Rey se emparejó con la de Adolfo Martín. Del resto, con sinceridad, hay que ir a hacer una consulta. Dice que el bombo ha permitido unir en los carteles a figuras con jóvenes promesas. Si solo uno de los toreros de las corridas del bombo llegaba por sorteo, los otros dos los ponía la empresa. ¿Tan difícil era que si Antonio Ferrera mataba la de El Puerto, poner a Perera y López Simón a su lado? El bombo tuvo morbo por la de Adolfo y nada más. San Isidro ha sido una buena Feria por otros motivos diferentes.

Ha sido buena porque el ganado ha estado bien elegido y han salido toros bravos en muchas tardes. Ha sido buena porque ha habido matadores que se han entregado para buscar el triunfo. Si hay toros y toreros, mérito de la empresa también, el resultado puede ser bueno. Y así ha ocurrido.

Luego hay otras lecturas, como las de la una autoridad sin criterio y  la de una plaza sin una línea de comportamiento. No se puede criticar a algunos lo que se les permite a otros. Pero esto no es nuevo. Lo que importa es que la emoción subió del ruedo a los tendidos y llegó incluso a los salones de las casas, lo que tiene mucho más mérito.

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10 junio, 2019

Respeto



El patio está más que revuelto. Las corridas del encaste Albaserrada de la Feria de San Isidro han sido emocionantes con muchos matices. Si la de Escolar tuvo delante a toreros aguerridos que no volvieron la cara, la de Victorino se encontró con toreros dominadores que anduvieron sobrados, aunque con distinto calado, pero la de Adolfo ya fue un torrente pasional y considero que es preciso poner sobre el tapete algunas apreciaciones.

Román ya no es solo un torero en el límite del precipicio, siempre en el filo de la navaja, una sonrisa en apariencia inocente ante los pitones. No, Román anduvo con la de Adolfo con serenidad e inteligencia, además de volver a mostrar su probado valor. Escribano, como todos los toreros, están expuestos al juicio popular, por supuesto, pero bueno sería que los inquisidores se acordaran de que este matador ha derramado su sangre de forma honesta, que su vida ha estado en peligro muchas veces, que es un torero que lo entrega todo cada tarde. Estaba anunciado en la de Adolfo porque se lo había ganado en el ruedo. Luego, a unos les gustará más que a otros, eso siempre ha sido así, pero lo que no se puede admitir es que delante del toro se le recrimine cuando, además, poco había que exigirle, porque le estaba ofreciendo sus muslos al burel. Y pasó lo que tenía que pasar, que el toro le reventó la pierna. Otra medalla en su hoja de servicio. Otro Adolfo que está cerca de romper su trayectoria. La lección es clara: el juicio al torero siempre debe llegar al final, nunca cuando está delante del toro. Escribano volverá a Madrid y, ojalá me equivoque, no le sacarán a saludar al tercio. No está en el corazón de los recalcitrantes. Ah, y debe quedar claro que no es bonito aplaudir a un toro que ha corneado a un torero. Por respeto al herido.

La tercera consideración es que Roca Rey derrotó a todos los que fueron con la pretensión de contemplar su fracaso. La faena al sexto fue su firma definitiva de lo que este diestro aporta al toreo. Uno del tendido lo mandó a su tierra. Roca Rey tiene la doble nacionalidad, es decir que España también es español. Si sirve de algo, desde esta tribuna le pido que se quede con nosotros, porque con su aire fresco ha renovado el mundo de los toros. Todas estas consideraciones me las ha sugerido una sola corrida de toros. Todo se resume en una palabra: respeto.

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17 abril, 2019

El carro



Se ha puesto de moda subirse al carro de los toreros que triunfan. Ahora todos somos de Juan Serrano, Finito en los carteles, de Diego Urdiales, de Paco Ureña y de Pablo Aguado. Hay subida al carro porque se ha comenzado a paladear una forma distinta de estar en la cara del toro, que en realidad es la misma de siempre. También es verdad que en los últimos años se había desplazado la naturalidad torera por el amontonamiento y el toreo retorcido, un tipo de toreo que puede resultar emocionante pero que carece de naturalidad. Bastó que el torero de Arnedo explicara su estilo en Bilbao y en Madrid, que un veterano curtido en mil batallas como Finito dibujara carteles de toros en estas primeras ferias, que Ureña volviera como siempre y que el sevillano Aguado meciera sus muñecas para que una ola de pureza haya invadido las apetencias de los aficionados. Y todos nos hemos subido al carro.

Todos no. Muchos ya estábamos en lo alto. No deja de sorprender el redescubrimiento de un matador como Finito con veintiocho años de alternativa, como si nunca hubiera toreado con regusto, como si de pronto los públicos se hubieran encontrado con la torería que derrama en cada gesto. Han bastado unos muletazos inmensos en Valencia y Castellón y su carro de admiradores se ha llenado. Finito es un torero transparente. Su estado de ánimo ha jugado a su favor y en su contra, pero eso de cantar ahora su estilo es propio de aficionados recién llegados que no han tenido la oportunidad de saborear las excelencias de su tauromaquia. Bienvenidos sean, porque ahora serán conscientes de lo que es el toreo de siempre.

Me subí al carro de Pablo Aguado cuando era becerrista, como también lo hizo mi admirado Pablo López Rioboo. Sus triunfos no me cogen de sorpresa. Pero así es la vida. Ahora todos son de Aguado. Todo esto me lleva a otra conclusión. Estamos viviendo la recuperación del toreo bueno, del que llega a todos porque se consigue la emoción por la obra bien hecha, la que surge cuando a un toro se le trata con suavidad, con cites sin posturas forzadas, cuando se le templa sin toques bruscos, el toreo natural de temple, mando y remate. Es la antítesis del arrimón y del toreo cambiado por la espalda. Si es así, todos nos subimos al carro del arte eterno. 

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25 marzo, 2019

La vuelta de Ureña



El sábado 16 de marzo se vivió en la plaza de Valencia una de esos momentos mágicos que solo el toreo puede proporcionar. Volver es sinónimo de vivir. Ha vuelto y lo ha hecho desde la tiniebla oscura de la incertidumbre sobre si la luz será de nuevo su meta, o si esa luz cegadora del Mediterráneo ya no le acompañaría nunca más. La vuelta de un torero que ha podido dejar su vida en la creación del arte es un acontecimiento. Es una noticia trascendente con mayúsculas por lo que tiene de fondo y de trasfondo. Esta vuelta no es la que sucede tras la rutina de un percance ordinario. Paco Ureña volvió a vestirse de torero, a pisar el albero, a sentir de nuevo la respiración del toro, es decir, que el torero de Lorca volvió a vivir sus sueños, a buscar la perfección de su toreo y a sentir que todo había valido la pena, por muy grande que haya sido esa pena de dejar en el camino la visión de un ojo.

Ni siquiera soy capaz de imaginar cómo se recibiría a otros artistas o deportistas en un caso parecido. El ejemplo reciente de Juan José Padilla le servirá a Paco para superar los muchos problemas que aparecerán en este nuevo tiempo de vida. Pero ese ejemplo del jerezano no debe conducir nunca a banalizar lo que supone que un torero se ponga de nuevo delante de un toro después de perder parte de la visión.  Esto no es normal, es algo extraordinario. La historia del toreo, por desgracia, nos demuestra que muchas carreras taurinas se quedaron apartadas en el olvido después de accidentes de esta envergadura. Paco Ureña no ha vuelto para cantar baladas o para pegarle patadas a un balón. Ha vuelto para jugar de nuevo con la muerte. Vuelve sin rencor, amando aún más al toro que tanto daño físico le ha hecho, dispuesto a entregar su corazón en aras de un arte que le dejado mermado, pero un arte al que también él mismo le ha dado días de gloria.

Se merece Paco Ureña un homenaje por su valor e integridad. Que tenga mucha suerte. Ya se comprobó el 16 de marzo en Valencia que vuelve para seguir poniendo su vida en juego. Ha vuelto el torero; ha vuelto un hombre que ama al toro y al toreo.

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13 marzo, 2019

Un discurso sin interlocutores


Hace poco tiempo he acudido de nuevo a Ronda para participar en la Bienal Internacional de Tauromaquia, un encuentro que se consolida en cada edición como un foro para el debate y el análisis sobre algunos aspectos interesantes de nuestra afición favorita. He tenido tiempo para observar con curiosidad a quienes han asistido a estas sesiones. En mis charlas con algunos de ellos he podido comprobar su enorme afición a los toros. Más de uno había llegado desde Francia o Portugal. Me han contado que tratan de acudir a todos los actos taurinos que están a su alcance. Pero he sentido una extraña sensación. Al final, saco la conclusión de que a las reuniones sobre el toreo van siempre las mismas personas, que naturalmente son ya muy aficionados. Son aficionados a los que no hay que hacer ningún esfuerzo para convencerlos de las maravillas de la fiesta de los toros.  

Es la realidad nuestra. Hablamos y escribimos para quienes ya son expertos en la materia. Creemos que nuestro discurso llegará a oídos y mentes alejadas de lo que significa el toreo, pero no es así, porque nuestros interlocutores son siempre los mismos. Y muchas veces, quizás porque lo hacemos muy mal, nuestras informaciones y opiniones no llegan ni siquiera a los que entienden y les gustan los toros, aunque esto ya es una cuestión de las preferencias o las adhesiones que cada uno tiene por un medio o por un informador. Nos leen y nos escuchan siempre las mismas personas, que son nuestros amigos o partidarios, pero no hemos conseguido atravesar la barrera para poder acercarnos a quienes necesitan de una palabra entendida que les encienda la luz de la verdad del toreo. 

La información y la divulgación de la tauromaquia están atrapadas en una espiral que no acaba de romper amarras para expandirse por confines donde haya nuevos aficionados en potencia. Se suceden los meritorios y necesarios actos taurinos por nuestra geografía a los que acuden toreros, ganaderos, aficionados y periodistas con la mejor voluntad, aunque el interlocutor sea siempre el mismo. Es un reto abrir todo este caudal de información y doctrina torera para que la absorban mentes que aún no disfrutan de la misma. Lo demás, lo que está pasando ahora mismo, no deja de ser algo que nos llena de tristeza. 

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01 marzo, 2019

Más sobre Morante


Los toreros que componen el cartel del Domingo de Resurrección en Sevilla nunca se han anunciado juntos en la Maestranza, pero cuando uno mira el cartel parece que es el mismo de siempre. Es una buena combinación. Es más, como ya publicamos en su día solo cuatro toreros podían aspirar al paseíllo en tan solemne fecha. Uno de ellos, Morante, se ha quitado de forma voluntaria. 
 
Morante es un gran artista con una mente complicada. Es el gran representante del toreo sevillano en la actualidad, de forma que debería comportarse con Sevilla con absoluta entrega y máxima generosidad. Cuando se sumó al boicot a la Maestranza en los años funestos de 2014 y 2015, Morante comenzó a distanciarse de la plaza de toros sevillana. No le ha servido que algunos medios de comunicación muy influyentes en la capital andaluza se le hayan entregado a cambio de cuatro entrevistas. Esa afrenta a la ciudad y a sus aficionados sigue hoy día por el mismo camino. Un torero como Morante debe estar en Resurrección. Es lo que hacía Curro, que logró que esa fecha fuera conocida más como Domingo de Curro que como Domingo de Pascua.
 
El problema parece que era la televisión, aunque luego se ha comprobado que la admite a instancias de su apoderado. No le gusta al de La Puebla cómo se hacen los comentarios en los festejos televisados. Se dice que las corridas de Morante serán comentadas por periodistas que le gustan al torero. Espero que la cadena no acceda a estos caprichos y que no cambie a sus profesionales habituales para contentar al torero. Aunque lleva razón en algunos de sus criterios, no es de recibo que en el siglo XXI un torero se niegue a que sus actuaciones se ofrezcan en directo por un canal de pago exclusivamente taurino. La escuela nefasta de José Tomás ha tenido seguidores. 
 
Morante se equivoca al no hacer el paseíllo en la señalada fecha de Resurrección. Su sitio en esa fecha solemne del calendario sevillano es la plaza de toros de la Real Maestranza. Aunque ya antes hizo algo inconcebible como irse a torear en Málaga.
 
Todo lo que antecede lo firma un admirador del torero desde que lo vio por primera vez sin picadores, que lo ha defendido en múltiples cenáculos contra las voces que lo querían minimizar como torero o que lo querían minusvalorar en las contrataciones. Como soy tan morantista como el primero, proclamo mi indignación por su ausencia en esta fecha. Solo me queda una duda. ¿Será posible que ni a la empresa ni al torero les interesara su presencia en esta fecha? Nunca lo sabremos con seguridad.
 
Dicho lo cual, Morante debe espabilar porque el tiempo pasa y sus logros en Sevilla siguen siendo raquíticos. 

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05 febrero, 2019

Toros y política



En una columna anterior a las elecciones andaluzas mostraba mi preocupación porque los socialistas ganaran en las urnas y mantuvieran el poder con el apoyo de Izquierda Unida y Podemos, lo que supondría una amenaza muy seria para el mundo de los toros. Por fortuna, aunque ganaron, no pudieron sumar mayoría con esos grupos que de forma descarada quieren suprimir la Fiesta taurina en España. La sorpresa es que los partidos de derechas sí sumaron para alcanzar el poder. El vuelco en Andalucía ha sido brutal. Los socialistas han sido expulsados de los órganos de mando. Su tibieza ha tenido un castigo muy duro.

En cuestiones taurinas la situación ha cambiado de forma drástica. Ninguno de los tres partidos que han sumado tienen intención de atacar a la tauromaquia; más bien todo lo contrario. Es más, en el pacto firmado por los populares con VOX se incluye un apartado en el que se prometen leyes de defensa de la tauromaquia. Nos hemos quitado un peso de encima. La amenaza de cercenar y desamparar a todo lo relacionado con los toros era más que real.

Sin embargo, una vez superado ese problema, debo proclamar que me parece que no es oportuno ese apartado del acuerdo de VOX con el PP. El toreo está protegido por Ley a nivel de gobierno central de la nación. Desde noviembre de 2013 la Ley obliga al Estado a proteger y promocionar a los toros. Otra cosa es que luego nos encontremos con guantazos al negar una Medalla de Oro de las Bellas Artes o al dedicarle una cifra ridícula en los presupuestos.

Pero hay otro aspecto que quiero resaltar. La política debe apartarse de la Fiesta. El toreo no tiene bandos. Se supone de forma absurda que el aficionado taurino es conservador, y por tanto, de derechas. Eso no es verdad. Y todo este movimiento surgido tras las elecciones con algún partido político captando votos del toreo, así como las opiniones de algunos lidiadores manifestando de forma elocuente sus preferencias, lo único que consiguen es mantener esa falsa creencia de que si eres taurino no eres progresista. Hay que dudar de la atención que le prestan a la Fiesta algunos políticos. Si l alejamos de los políticos, estaremos en camino de liberarla de ataduras y de falsas adscripciones que no responden a la realidad. Me temo que algunos grupos políticos utilizan al toreo como simple reclamo electoral. Y eso no me gusta.


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25 enero, 2019

Los jóvenes y los toros



Saludo a un profesor de instituto de Enseñanza Media de mediana edad y aficionado a los toros, que está muy descorazonado con lo que está viviendo en su centro a propósito de la fiesta taurina. Su afición se forjó en el núcleo familiar y se cimentó en Aula Taurina, esa entidad que, sin complejos, acerca en Sevilla el toreo a los más jóvenes, al tiempo que dirige la Escuela Taurina de la capital hispalense. Algún día será necesario que la afición sevillana le rinda homenaje es estos profesores que  tantas horas han dedicado a promocionar el toreo. Se acuerda mi amigo de aquellos encuentros en los centros de enseñanza a los que acudían los protagonistas de la corrida, toreros y ganaderos, acompañados por periodistas. Qué tiempos aquellos, apenas hace veinticinco años, cuando hablar de toros en un instituto era una actividad más entre las que se les ofertaban a los estudiantes sin que nadie se escandalizara.


Coincidimos en que uno de los motivos de la falta de sintonía de los toros con la sociedad estriba en el desconocimiento que existe de la fiesta entre los jóvenes. La juventud es el soporte para el futuro de todo tipo de espectáculo. Si las nuevas generaciones no conocen la raíz de la corrida, la belleza del toro en la dehesa, la importancia de su presencia ambiental, su  destino como eje de la corrida, que  lleva implícita su muerte en el ruedo, los ritos de los festejos, la grandeza de la bravura y la heroicidad de los lidiadores, si nadie les acerca la verdad del toreo, nunca podrán gozar de la misma ni podrán comprender el significado emocionante del enfrentamiento de un toro y un torero. Solo se ama lo que se conoce. 

El profesor está muy desanimado. Recuerda el pasado con nostalgia y me cuenta detalles de la imposibilidad actual para poderles hablar de toros a sus alumnos, me dice que ellos mismos protestan cuando lo intenta porque siempre les han hablado mal de la crueldad de las corridas. Ya ni saca el tema. Cuando en privado indaga entre los jóvenes, casi todos le muestran su rechazo. Ninguno de sus compañeros docentes es aficionado. Hablamos y estamos de acuerdo en la necesidad de revertir esta situación. No se trata de captar aficionados a la fuerza. Es simplemente contar la realidad de una fiesta llena de verdad y emociones. Aquí hay un trabajo donde la tauromaquia se juega su futuro.

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Cuando esto se acabe

La frase más repetida, la que sale de lo más profundo de nuestros corazones es, “cuando esto se acabe”. ¿Cómo será ese día de la vu...