20 octubre, 2011

El ejemplo del héroe

No hay palabras para contar la salida de Padilla del Hospital. Quiero pedir a todos que se olviden de que es torero. Es un hombre que hace diez días fue destrozado por el animal que más ama, el toro, pero que al salir lo ha exculpado de su tragedia. Sabedor de que su imagen puede provocar la pena, el de Jerez ha dado la cara, partida y deformada, para que se vea con claridad que su maravilloso oficio le ha llevado a esta situación y no le guarda rencor a nadie. Y en un mundo donde los mortales andamos buscando la forma de escabullirnos de nuestros quehaceres diarios, Padilla ha proclamado su clara y terminante decisión de volver a vestir el traje de luces en cuanto pueda. ¿Son héroes los toreros? Alguien se imagina a un futbolista en semejante situación saliendo al ruedo a los diez días pidiendo un puesto en el equipo.


Padilla nos reconcilia con Fiesta eterna. El de Jerez es un ejemplo de coraje y valor indomable. A todos los que amamos esta inmensa Fiesta nos enorgullece que uno de los protagonistas de este arte tenga esas agallas para dar una lección de este tipo. Ha sido Padilla, pero estoy seguro que cualquier otro torero hubiera reaccionado de forma similar. Y es que el torero es un ser prodigioso que pone su vida en juego y que seguirá en el frente mientras haya alguna posibilidad de ligar unos cuantos muletazos. El ejemplo de hoy de Padilla nos ensancha el corazón. Ahora más que nunca: fuerzapadilla.
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12 octubre, 2011

El futuro de Antonio Nazaré

Recién finalizada la temporada taurina en Sevilla, el nombre de Antonio Nazaré resalta con luz propia. Nazaré ha sido uno de los triunfadores en Sevilla. Cortó un trofeo de valor el 15 de agosto y ha repetido esta tarde. Su año se ha compuesto de tres corridas, dos en la Maestranza y una en su tierra natal de Dos Hermanas. Nadie que lo viera en Sevilla en la corrida del cierre podía asegurar ese detalle de tres paseíllos. Al contrario, su manera de andar por la plaza, el sitio en el que se ha puesto, el pulso de sus muñecas y la quietud para ligar y rematar los pases eran propios de un torero mucho más placeado.

¿De qué le va a servir esto a Nazaré? Con toda seguridad para torear en la Feria de Abril de 2012. Y esperemos que sea una corrida con posibilidades. Pero si hubiera justicia y afición entre los organizadores de festejos, Nazaré debería torear en otras plazas, naturalmente con Madrid como el sitio donde debe apuntalar lo que ha demostrado en sus dos tardes sevillanas.

La historia se ha repetido hasta la saciedad. Nazaré puede venir a Sevilla y no tener suerte; puede ir a Madrid y lo mismo. Si tal cosa ocurre, y esperemos que no sea así, Nazaré seguirá en el banquillo de los suplentes. Mientras, toreros con la mitad de clase y valor seguirán toreando por esas plazas.

De todas formas, así es la Fiesta. Con las mismas trabas se han encontrado muchos espadas antes de llegar a los puestos cimeros del escalafón. Ahí está el caso de El Cid, o los de este año de Fandiño y Mora. No vale un triunfo aislado, hay que repetirlo varias veces en Sevilla y en Madrid, lo mismo que no se puede dejar pasar ninguna tarde sin proclamar las condiciones de cada torero.

Nazaré es el nombre de un diestro que debe sonar fuerte en 2012. Si no se le abren algunas puertas será preciso admitir que la injusticia sigue siendo la norma de una Fiesta raquítica y vieja que no cambia sus ancestrales conceptos.
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10 octubre, 2011

El héroe Padilla

La tremenda cornada sufrida por Juan José Padilla ha conmocionado al mundo del toreo. Lo ha hecho por muchas circunstancias. Padilla se inscribe dentro de la línea de toreros poderosos que se han hecho un hueco permanente en las corridas más complicadas. Nunca ha sido un exquisito, ni lo ha pretendido, pero es un experto lidiador, de una fortaleza física notable para colocar las banderillas y dominador con la muleta. Este año se llevó el premio de la mejor estocada de la Feria de Sevilla, que deberá recoger en el próximo mes de marzo. Es uno de esos toreros que no tendrán poetas que le canten verónicas de ensueño, pero que son necesarios en un curso taurino. Como postre, Padilla es uno de los espadas más generosos del escalafón, como lo demuestra por su excelente colocación, la oportunidad para realizar quites de peligro y su conocida costumbre de acompañar a los picadores hasta que salen de la plaza para evitar posibles acometidas de los toros. Sólo se le puede recriminar esa forma de liarse el capote de paseo que no es procedente ni tiene gracia. Lo de aquella montera de tiempos de Paquiro y sus patillas forman parte de su personalidad.

Padilla ha sido carne de cañón durante toda su carrera. Las cornadas de Pamplona y Bilbao y las cogidas en la puerta de chiqueros de Sevilla al esperar a los de Miura son un ejemplo de cómo ha sufrido en sus carnes la dureza de la profesión. Esta cornada, atípica por la forma y el sitio, es la demostración final de su mala suerte y de que su tributo al toreo está más que saldado.

El futuro no parece halagüeño para el jerezano. A todos nos han conmovido sus palabras de que “este toro no será el último de mi vida”, o lo de “apoderado, no me quites ni una de las corridas de América”, porque de unos hombres como los toreros sólo se podía esperar una reacción así de contundente. La realidad es, sin embargo, distinta. Padilla tiene una complicada recuperación por delante. Nadie puede asegurar ahora mismo las secuelas que arrastrará de por vida, no sólo por la posible pérdida de visión, sino que la propia parálisis facial será esencial para sus posibilidades en el futuro. Sea lo que sea, es una cornada con secuelas muy desagradables, de espejo se llaman, que generalmente han supuesto el final de la carrera de los que la han recibido y han quedado sin la visión de uno de los ojos. No hay que adelantar nada. Hay que esperar su mejor recuperación. Luego, que sea lo que tenga que ser. De momento, queda ese detalle de la crueldad con la que lo ha tratado el destino. Padilla ya ha escrito su nombre entre los grandes héroes de la Fiesta. Es un disparate decirlo, pero esta cornada, que mejor que nunca hubiera llegado, le ha colocado en la historia del toreo como uno de los toreros más heroicos de todos los tiempos.
Foto: Julio. J. Cordero
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03 octubre, 2011

Morante y Talavante en Zafra


La Feria de Zafra de la presente edición ha sido un ciclo que se recordará por mucho tiempo. Zafra es ciudad agrícola y ganadera, su plaza es centenaria, muy bella, y su historia taurina está jalonada por grandes acontecimientos. Este año, como ocurre tantas veces, la feria ha estado eclipsada por otros escenarios, como la Feria de Otoño en Madrid y los propios ecos del final de Barcelona. Por este motivo, muchos medios han obviado Zafra y se han limitado a publicar los lamentables despachos de agencia, e incuso los equivocados informes de los portales de Internet, para de esta forma salir del paso. Pero Zafra este año ha tenido mucho que ver y me alegro de haber podido presenciar las dos corridas que la empresa de Pepe Cutiño había confeccionado.

El primer día se lidió una corrida de Daniel Ruiz muy desigual, pero con el detalle de que tres toros superaban el trapío normal para estas plazas. El lote de reses que lidió Talavante fue muy variado, generalmente pobre de pitones, salvo el muy bien presentado toro de Cayetano Muñoz. No se trata de mostrar exigencias de plaza de mayor rango en Zafra. Hay que mantener la dignidad y, en general, se ha mantenido.

Dos nombres han copado la atención de la feria segedana (así se llama a los naturales de Zafra). Han sido Morante y Talavante. El Juli y Perera cumplieron su papel con solvencia. La faena de Morante al cuarto de Daniel Ruiz y la enorme tarde de Talavante con los siete toros merecen un comentario aparte.

Morante demostró en Zafra que su toreo de sentimiento gusta a todo el mundo. Nadie se queda indiferente ante la explosión que supone un artista en plena obra creadora. Nadie torea ahora mismo con el capote con la profundidad que lo hace el de La Puebla. Y se sitúa entre los cuatro o cinco mejores de la historia con el capote. Quien ponga en duda esta afirmación no ha visto torear a Morante a la verónica. Con la muleta compuso una de sus mejores faenas del año, llena de profundidad y aroma torero por los cuatro costados. Cuando torea así, Morante es un peligro para sus compañeros. Estuvieron bien, en su estilo conocido, El Juli y Perera, pero quedaron borrados por Morante.

Lo de Talavante exige otro análisis detenido. En primer lugar hay que proclamar que este torero sigue creciendo. Y la impresión es que aún puede hacerlo más en el futuro. Después de verlo con siete toros en Zafra, es necesario que lidie seis toros en una plaza de primer rango de forma inminente, que no puede ser otra que Sevilla o Madrid. Si lo de ayer lo hace en esas plazas se consagra como figurón del toreo, aunque ciertamente el tipo de toro que mató en Zafra no puede ser el mismo al que se enfrente en las mencionadas plazas. Talavante sumó personalidad, temple, un pulso maravilloso a la hora de embarcar las embestidas, un valor seco y sin aspavientos, para rematar su labor con una variedad que no se le conocía. Es la impregnación mexicana de su toreo, expresada en brionesas, capetillinas, arrucinas, saltilleras, gaoneras y muchas más suertes que lamento no conocer su nombre.


Talavante ha abierto una nueva puerta en su tauromaquia. Sigue en proceso de perfeccionamiento y de aportar nuevas ideas a su toreo. Zafra era una plaza sin exigencias, pero la labor del analista es extrapolar lo sucedido. Y Talavante en Zafra dejó entrever que su toreo tiene todavía algunas sorpresas que deparar en el futuro. Sólo la espada, que ahora entra a la primera pero con mala dirección, y unas vulgares banderillas pusieron un punto de tibieza en su tarde segedana. Lo demás fue la aparición de un torero al que habrá que seguir porque en cada corrida aporta algo nuevo.
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Cuando esto se acabe

La frase más repetida, la que sale de lo más profundo de nuestros corazones es, “cuando esto se acabe”. ¿Cómo será ese día de la vu...