Se nos olvidan nuestros héroes, los más humildes, los que no son noticias de portada, los que han demostrado una capacidad insólita de superación que en cualquier otra actividad llenaría de contenido muchos espacios de los medios de comunicación. Son los toreros heridos por los toros o por la vida que se han levantado y, contra toda previsión lógica, se han puesto de nuevo delante del toro como si nada hubiera pasado. Pero vaya si ha pasado. Son historias que nos recuerdan cómo son los toreros
Quiero tener un recuerdo para Javier Castaño, que en la Feria de Abril de Sevilla de 2016 mató una de Miura después de superar una grave enfermedad. La imagen de aquella fecha, con la cabeza calva en señal de tributo a la medicación que le había mantenido en la vida, es sencillamente emocionante. Pero la vida para Castaño no era que lo podía contar, ni siquiera la ausencia del cabello tenía importancia, la vida para Javier era había vuelto a pisar un ruedo vestido de luces.
Me detengo en el caso de la vuelta a su Alicante del alma de Francisco José Palazón. Alicante le arropó después de haber vencido a una cruel enfermedad. Es otro héroe que pudo ver cumplido el sueño de cada noche.
A Manolo Escribano le dijeron los médicos después de la cornada de Alicante de 2016, se han cumplido dos años, que se olvidara de volver a ponerse el traje de luces, que su pierna no podría soportar el esfuerzo de lidiar un toro. Y Escribano, día a día, en una lucha sin tregua, volvió a los ruedos, llegó de nuevo a la plenitud física que su toreo le exige y mató un toro en Bilbao de forma sensacional, como para ahuyentar para siempre los malos recuerdos de la cornada de Alicante.
Y lo más reciente, y no menos importante, el triguereño David de Miranda casi pierde la vida en la plaza zamorana de Toro ahora el 27 de agosto hará un año. Los augurios eran malos, se pensaba que la lesión cervical le apartaría de los ruedos, pero ahí está anunciado en su Huelva el 3 de agosto. Su batalla ha sido ejemplar para superar toda la adversidad. El premio es sentirse de nuevo torero. Como todos le mandamos fuerzas a Manolo Vanegas en su batalla por la total recuperación. Como remate a todo lo comentado, ahí está el caso de Padilla con su actuación en Pamplona a los seis días de un toro le sacara el cuero cabelludo y le dejar el cráneo al descubierto. Son nuestros héroes a quienes no les prestamos la atención debida, ni en el reconocimiento humano ni tampoco las empresas en contratos, pero que nos demuestran que de verdad estos tíos están hechos de otra pasta.
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