La temporada taurina 2014 se ha definido antes de que se
celebren los Sanfermines de Pamplona. Madrid ha dejado clarificadas algunas
cuestiones. El torero que ahora mismo ocupa el trono de triunfador es Miguel
Ángel Perera. De los demás toreros, se puede destacar a Iván Fandiño, Juan del
Álamo, Daniel Luque, Antonio Ferrera y poco más.
Para los toreros que se ausentaron de la Feria de Sevilla el año es
contradictorio. El Juli, buen torero, no ha ganado nada en Madrid. Su tirón en
la taquilla sigue dependiendo de que se anuncie bien acompañado. José María
Manzanares está a medio gas. Su estética torera y su buena espada le sirven en
algunas plazas de provincia. En Madrid no se le consienten las ventajas que se
toma ante el toro. Talavante debe estar muy enfadado. Después de meterse en el
G-5 resulta que, además de no torear en Sevilla, se ha quedado fuera de algunas
ferias de relevancia. Dicen que es porque su apoderado actual, Curro Vázquez,
no está bien visto por algunas empresas, que se la tienen guardada desde los
tiempos de Morante. El de la Puebla del Río va por libre. Salpica su temporada
de faenas gloriosas y de petardos sublimes para acrecentar su leyenda. El
problema es que en su prefabricado periplo de este año, denominado de mala
manera como Tour, no ha llenado en algunas plazas, con lo cual la fuerza de
este tipo de temporadas se diluye.
El veterano Enrique Ponce también camina a su aire. Sin las
exigencias de otros años, saca a relucir su maestría en muchas ocasiones. De
los emergentes, a Fandiño le están dando algún paso los que mandan, aunque
menos de lo que se podía esperar después de sus triunfos. Ferrera, torero
renovado, es ahora un espada diferente, pero sigue siendo un matador al que se
le acude a ver con mayor interés cuando se anuncia con toros duros que en
corridas más livianas. A Juan del Álamo, con varias orejas en Madrid, no le quieren
dar paso de momento. Daniel
Luque ha mejorado su imagen este año con el triunfo en San Isidro. Pepe Moral ha cortado dos orejas de verdad en el Corpus en Sevilla y a
su apoderado, Manolo Cortés, no lo ha llamado ninguna empresa. Escribano ha
pagado errores de contratación en Sevilla y Madrid. Va a torear más que nunca,
pero no de la forma que el torero había soñado.
El gran triunfador es Perera, que ha sumado dos puertas
grandes en Las Ventas con un torero templado, rotundo y poderoso. Y lo mejor,
lo ha hecho con una de Adolfo para que nadie pueda ponerle ninguna pega a su
éxito.
Así estamos cuando ya hemos asistido a las dos actuaciones
de José Tomás, una en Granada y otra en León. En ambas llenó la plaza y concitó
un verdadero clamor de expectación por su presencia. En ambas plazas su toreo
parece que no es el mismo de antaño, a pesar de que en Granada surgiera un
percance por un descuido que le puso ese punto trágico a su figura que le
acompaña de forma permanente. Nadie puede dudar de la importancia que tiene
este torero por su fuerza mediática y taquillera, pero dicen los que le han
visto que no estamos ante el mismo torero. Sin embargo, de nuevo el toro lidiado
ha dejado mucho que desear en general. Y los carteles en los que se anuncia
suponen un grito contra la verdadera competitividad que debe mantener en los
ruedos quien tiene tanto poder. El colmo es que en Málaga va a torear mano a
mano con Hermoso de Mendoza. Cuando lo que todos desean es que actúe junto a
Manzanares, El Juli, Morante, Perera o Ponce, se anuncia con toreros veteranos
o con un caballero rejoneador. Al final, los empresarios que lo contratan se
frotan las manos por sus ganancias, pero este tipo de corridas no aportan
nada al toreo.
Queda temporada por delante. Pamplona, Málaga, Bilbao,
Salamanca, Logroño, las ferias de Francia, Zaragoza, Madrid y Sevilla en otoño,
pero ya se puede hacer un adelanto de lo que está pasando. Y una de las
conclusiones es que los del G-5 se han equivocado con su estrategia ante
Sevilla. La plaza de toros
de Sevilla no es una empresa en concreto; es un coso de máxima categoría que
junto a Madrid otorga prestigio y dinero. El hecho de renunciar a una de ellas
supone un error mayúsculo. La
empresa Pagés ha vuelto a reiterar que es mejor olvidar el
pasado y que las puertas están abiertas. Antes que tarde sería una buena señal
que ya se allanara el camino para firmar una paz. Esta guerra no le conviene a
nadie.
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