No es fácil hablar de
justicias o injusticias. Es fácil estudiar los agravios. En pocas materias
existen tantos agravios como en los toros, sobre todo a la hora de las
contrataciones. A la vista de los carteles de las ferias de Castellón y
Valencia hay que poner sobre el tapete de nuevo el asunto de la justicia en el
toreo. Y hay que volver a indicar que los propios taurinos son los culpables de
lo que ocurre en la Fiesta.
En Castellón y Valencia se
colocan en los carteles a toreros caducos, que no han dado ni un pase en 2012
cuando no ha fracasado de forma llamativa, mientras se ignora a los que se han
jugado el tipo y han logrado triunfos sonoros. Basta ver los carteles, pero,
sin ánimo de que nadie se moleste, no tiene sentido que Matías Tejela actúe en
las dos ferias y haya varios espadas que son ignorados, por ejemplo Antonio
Nazaré o Alberto Aguilar.
Alguien dirá que los
apoderados de Tejela son los empresarios de Castellón y socios de Casas en
Valencia. Pues más grave aún, porque es el dato claro de que aquí no se torea
por méritos propios sino por enchufismo. Si algunos matadores hubieran tenido
la mitad de oportunidades que ha tenido Tejela ya sería figura del toreo. Y ahí
sigue, año tras año, toreando en las ferias, cada vez menos ciertamente, en base
a unos merecimientos poco evidentes.
Estas cosas son las que
resultan lamentables y que obligan a renegar de los tejemanejes de la Fiesta. No es verdad
que todos tengan las mismas oportunidades, como tampoco es cierto que el toro
ponga a cada uno en sitio. Si fuera verdad, alguno estaría ya retirado y otros
podrían saborear el placer de comprobar que sus esfuerzos ante el toro han
tenido su justa recompensa. Pero donde hay taurinos no suele haber justicia. Sólo
hay intereses.
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