03 octubre, 2011

Morante y Talavante en Zafra


La Feria de Zafra de la presente edición ha sido un ciclo que se recordará por mucho tiempo. Zafra es ciudad agrícola y ganadera, su plaza es centenaria, muy bella, y su historia taurina está jalonada por grandes acontecimientos. Este año, como ocurre tantas veces, la feria ha estado eclipsada por otros escenarios, como la Feria de Otoño en Madrid y los propios ecos del final de Barcelona. Por este motivo, muchos medios han obviado Zafra y se han limitado a publicar los lamentables despachos de agencia, e incuso los equivocados informes de los portales de Internet, para de esta forma salir del paso. Pero Zafra este año ha tenido mucho que ver y me alegro de haber podido presenciar las dos corridas que la empresa de Pepe Cutiño había confeccionado.

El primer día se lidió una corrida de Daniel Ruiz muy desigual, pero con el detalle de que tres toros superaban el trapío normal para estas plazas. El lote de reses que lidió Talavante fue muy variado, generalmente pobre de pitones, salvo el muy bien presentado toro de Cayetano Muñoz. No se trata de mostrar exigencias de plaza de mayor rango en Zafra. Hay que mantener la dignidad y, en general, se ha mantenido.

Dos nombres han copado la atención de la feria segedana (así se llama a los naturales de Zafra). Han sido Morante y Talavante. El Juli y Perera cumplieron su papel con solvencia. La faena de Morante al cuarto de Daniel Ruiz y la enorme tarde de Talavante con los siete toros merecen un comentario aparte.

Morante demostró en Zafra que su toreo de sentimiento gusta a todo el mundo. Nadie se queda indiferente ante la explosión que supone un artista en plena obra creadora. Nadie torea ahora mismo con el capote con la profundidad que lo hace el de La Puebla. Y se sitúa entre los cuatro o cinco mejores de la historia con el capote. Quien ponga en duda esta afirmación no ha visto torear a Morante a la verónica. Con la muleta compuso una de sus mejores faenas del año, llena de profundidad y aroma torero por los cuatro costados. Cuando torea así, Morante es un peligro para sus compañeros. Estuvieron bien, en su estilo conocido, El Juli y Perera, pero quedaron borrados por Morante.

Lo de Talavante exige otro análisis detenido. En primer lugar hay que proclamar que este torero sigue creciendo. Y la impresión es que aún puede hacerlo más en el futuro. Después de verlo con siete toros en Zafra, es necesario que lidie seis toros en una plaza de primer rango de forma inminente, que no puede ser otra que Sevilla o Madrid. Si lo de ayer lo hace en esas plazas se consagra como figurón del toreo, aunque ciertamente el tipo de toro que mató en Zafra no puede ser el mismo al que se enfrente en las mencionadas plazas. Talavante sumó personalidad, temple, un pulso maravilloso a la hora de embarcar las embestidas, un valor seco y sin aspavientos, para rematar su labor con una variedad que no se le conocía. Es la impregnación mexicana de su toreo, expresada en brionesas, capetillinas, arrucinas, saltilleras, gaoneras y muchas más suertes que lamento no conocer su nombre.


Talavante ha abierto una nueva puerta en su tauromaquia. Sigue en proceso de perfeccionamiento y de aportar nuevas ideas a su toreo. Zafra era una plaza sin exigencias, pero la labor del analista es extrapolar lo sucedido. Y Talavante en Zafra dejó entrever que su toreo tiene todavía algunas sorpresas que deparar en el futuro. Sólo la espada, que ahora entra a la primera pero con mala dirección, y unas vulgares banderillas pusieron un punto de tibieza en su tarde segedana. Lo demás fue la aparición de un torero al que habrá que seguir porque en cada corrida aporta algo nuevo.
La mejor información taurina en http://www.sevillatoro.com

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