Saludo a un profesor de instituto de Enseñanza Media de mediana edad y aficionado a los toros, que está muy descorazonado con lo que está viviendo en su centro a propósito de la fiesta taurina. Su afición se forjó en el núcleo familiar y se cimentó en Aula Taurina, esa entidad que, sin complejos, acerca en Sevilla el toreo a los más jóvenes, al tiempo que dirige la Escuela Taurina de la capital hispalense. Algún día será necesario que la afición sevillana le rinda homenaje es estos profesores que tantas horas han dedicado a promocionar el toreo. Se acuerda mi amigo de aquellos encuentros en los centros de enseñanza a los que acudían los protagonistas de la corrida, toreros y ganaderos, acompañados por periodistas. Qué tiempos aquellos, apenas hace veinticinco años, cuando hablar de toros en un instituto era una actividad más entre las que se les ofertaban a los estudiantes sin que nadie se escandalizara.
Coincidimos en que uno de los motivos de la falta de sintonía de los toros con la sociedad estriba en el desconocimiento que existe de la fiesta entre los jóvenes. La juventud es el soporte para el futuro de todo tipo de espectáculo. Si las nuevas generaciones no conocen la raíz de la corrida, la belleza del toro en la dehesa, la importancia de su presencia ambiental, su destino como eje de la corrida, que lleva implícita su muerte en el ruedo, los ritos de los festejos, la grandeza de la bravura y la heroicidad de los lidiadores, si nadie les acerca la verdad del toreo, nunca podrán gozar de la misma ni podrán comprender el significado emocionante del enfrentamiento de un toro y un torero. Solo se ama lo que se conoce.
El profesor está muy desanimado. Recuerda el pasado con nostalgia y me cuenta detalles de la imposibilidad actual para poderles hablar de toros a sus alumnos, me dice que ellos mismos protestan cuando lo intenta porque siempre les han hablado mal de la crueldad de las corridas. Ya ni saca el tema. Cuando en privado indaga entre los jóvenes, casi todos le muestran su rechazo. Ninguno de sus compañeros docentes es aficionado. Hablamos y estamos de acuerdo en la necesidad de revertir esta situación. No se trata de captar aficionados a la fuerza. Es simplemente contar la realidad de una fiesta llena de verdad y emociones. Aquí hay un trabajo donde la tauromaquia se juega su futuro.
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