29 septiembre, 2011

Luis González, uno de los más grandes con los palos

El pasado día 22 de septiembre falleció en Madrid el gran banderillero sevillano Luis González, uno de los más grandes en su faceta de torero de plata, sobre todo con las banderillas. Luis González era un sevillano de la Macarena que siempre quiso ser banderillero. No tuvo apetencias por ser matador de toros, desde muy joven sólo quiso ser banderillero. Y fue uno de los más grandes en cuadrillas míticas de la historia del toreo, como la que formó a las órdenes de Jaime Ostos con Julio Pérez El Vito y Blanquito.

Luis González Pérez nació en Sevilla el 12 de julio de 1930. Dejó los estudios de piloto de la Marina Mercante para ser torero. El destino unió a dos nombres señeros de los toreros de plata de Sevilla. El primer de par  banderillas que colocó Luis González lo puso en la localidad sevillana de Benacazón en 1946 actuando con Andrés Luque Gago, que más tarde sería otro formidable banderillero.

Luis González actuó en las cuadrillas de Pepe Cáceres, Paco Mendes, Pedrín Benjumea, Jaime Ostos, Litri y Manolo Cortés. De todas estas cuadrillas, su presencia en las de Ostos y Litri marcaron el cénit de su carrera. La rivalidad en banderillas con El Vito marcó un tiempo entre los toreros de plata. Una rivalidad a la que también se sumaba Blanquito. Fue una época en la que ganó innumerables premios tanto en Sevilla como en Madrid. 

Luis González también cubrió otra etapa fundamental en la cuadrilla de Miguel Báez “Litri, de quien llegó a ser un amigo del alma. Fueron tan amigos que Luis González volvió a los ruedos para torear con Litri hijo en su etapa de novillero. En la corrida de la alternativa de Litri hijo, celebrada en Nimes el día 26 de septiembre de 1987, puso su postrero par de banderillas. Esa tarde, que pude presenciar en directo, Paco Camino y Litri le dieron la alternativa a sus hijos Rafi y Miguel. Esa misma tarde colocó su último par de banderillas Luis González.

En su vida hay anécdotas curiosas. En la relación de toreros que han cortado un rabo en Sevilla figura Luis González, que en un festival benéfico celebrado en la Real Maestranza el 7 de noviembre de 1965 tuvo tal honor. Fue de las pocas veces que Luis toreó en funciones de matador. Naturalmente fue un festival distendido. En otros festivales celebrados en la Real Maestranza, El Vito y González se encargaron de poner las banderillas a todos los astados. Tal era la categoría de ambos con los garapullos en las manos.

Fue asesor artístico de la presidencia en Sevilla durante algunos años. En sus años finales siempre conservó su íntima amistad con Litri. A caballo entre Sevilla y Madrid, una cruel enfermedad ha acabado con la vida de uno de los mejores banderilleros de la historia del toreo. Su nombre se inscribe junto a los de Antonio Galisteo, Chaves Flores, Tito de San Bernardo, Alfonso Ordóñez, Andrés y Antonio Luque Gago y el mismo Julio Pérez Vito, todos sevillanos y que llegaron a la cima más alta en su faceta de toreros de plata.

El pasado viernes sus restos fueron incinerados en Madrid. El día 6 de octubre a las ocho y treinta  de la tarde se celebrará un funeral por su alma en la Parroquia del Sagrario. 
(*) La fotografía corresponde al último par colocado con el traje de luces por Luis González en Nimes el día 26 de septiembre de 1987, realizada por Carlos Crivell
La mejor información taurina en http://www.sevillatoro.com

1 comentario:

  1. A propósito de Luis González

    En tiempos estuvo muy de moda la discusión, un tanto bizantina, entre los que proclamaban que los pares al cambio o al quiebro eran una misma cosa, los que entendían que en los pares al cambio el torero señala la salida al toro con el pié y los que defendían que sólo eran pares al quiebro aquellos en que se echa fuera el toro con un simple quiebro de cintura. Aunque los revisteros de la época empleaban indistintamente las dos denominaciones para referirse a esta forma de banderillear, creo que fue Pepe Alameda quien, tras una enjundiosa disquisición sobre los cambios y la forma de ejecutarlos, acabó con la discusión al concluir muy razonablemente que todos los pares eran al cambio y que el quiebro en banderillas no existía… por la sencilla razón de que resultaba prácticamente imposible señalar la salida a un toro con la cintura y sin mover los piés.

    Viene esto a cuento porque en 1963, tras el cornalón de Ostos en Tarazona, el hoy llorado Luis González y su compadre El Vito, se vieron obligados a actuar por libre el resto de la temporada. En Barcelona, concretamente, torearon cinco o seis tardes a las órdenes de Paco Corpas, que compartió con ellos los palos en unos tercios de banderillas realmente inolvidables, hasta el punto de que en los carteles los nombres del Vito y González figuraban junto a los de los espadas.

    Pues bien, el mes de diciembre del citado año, en la Plaza de la Arenas y en el curso del festival benéfico que —en su propio honor— organizaba anualmente el viejo Balañá, Luis González, que alternó en banderillas con Carlos o con Paco Corpas —no sabría precisarlo—, citó al toro en los medios, le esperó a pie firme y, cuando llegó a su jurisdicción, le dio la salida con un inverosímil quiebro de cintura y, sin mover los pies, clavó un ajustado y emocionantísimo par de banderillas. No sé si Pepe Alameda tendría o no razón —jamás volví a ver clavar un par de esa guisa—, pero yo no olvidaré la emoción del momento ni la inmensa sonrisa de satisfacción con que salió Luis González de la suerte. ¡Que afición tenía ese torero!

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