Ya ha llegado el otoño, lo que en asuntos taurinos quiere decir que es tiempo de rupturas entre toreros y apoderados, y también de cambios en las cuadrillas. De las que conocemos, hay algunos que merecen un análisis detenido. Si José Garrido deja a El Tato es porque ya tiene en el horizonte nuevos apoderados. Es uno de los espadas con un futuro más claro en la próxima temporada. Le ocurre como a Paco Ureña, que ya fuera de la casa Chopera será para recalar en otra de tanta o más fuerza. Hay otra que duele mucho. Lo han dejado, solo un año después, Pepe Moral y Dávila Miura. El torero sevillano, del que se dice que en 2017 volverá a torear una corrida del hierro familiar, no ha podido enderezar la carrera del palaciego. Es cierto que los cartuchos de Sevilla y Madrid, salvados con dignidad pero sin triunfo, no ayudaron. Se dice que Eduardo anda muy entretenido con sus aficionados prácticos. La realidad es que muchos pensamos que Pepe Moral es un torero de más de siete corridas al año. Y, otra vez, se queda sin apoderado. Es una pena que Moral no rompa de verdad. Sabe torear muy bien, lo ha demostrado, pero el camino se le ha vuelto muy pedregoso. Será preciso seguir esperando, no cabe la resignación, tiene la moneda y puede cambiarla.
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